
Un estado prolongado de ansiedad debilita el sistema inmune, facilitando la aparición de cistitis por estrés y agravando los síntomas de la cistitis intersticial
Uno de los problemas de salud más molestos y comunes es la cistitis o infección de orina. Las ganas continuas de orinar y el picor al hacerlo son los síntomas inequívocos de esta dolencia que afecta sobre todo a las mujeres.
Se estima que una de cada dos mujeres experimenta al menos una cistitis en algún momento de su vida; y una de cada cuatro la padece de forma recurrente.
La causa más común de esta dolencia del tracto urinario suele ser una infección bacteriana, causada casi siempre por la E. coli (Escherichia coli). Pero, ¿puede ocurrir una cistitis por estrés?
En efecto, cuando el cuerpo está sometido de forma continua a niveles altos de estrés, los sistemas corporales se sobrecargan y se debilita la respuesta inmunológica. Nuestro cuerpo está débil para luchar contra una infección del tracto urinario (ITU).
Con las defensas debilitadas, es más probable contraer una cistitis por estrés, especialmente si el paciente ya la padece de forma recurrente. En el caso de cistitis intersticial, una afección crónica, el estrés agrava los síntomas.
En este artículo, exploramos las implicaciones de los niveles altos de estrés en las infecciones de orina con el asesoramiento del doctor Luis Manuel Álvarez Castelo, especialista en Urología del Hospital San Rafael de A Coruña.
¿Qué es la cistitis?
La cistitis es una inflamación de la vejiga. Afecta a los conductos que llevan la orina, provocando picor o escozor al orinar, una sensación de pesadez en la parte baja del vientre, y la urgencia de miccionar con excesiva frecuencia. También suele producirse un oscurecimiento y mal olor de la orina.
En ocasiones, pueden aparecer rastros de sangre en la orina. Esto es poco habitual y podría ser indicativo de un problema médico más grave, por lo que es recomendable acudir al servicio de Urología ante la presencia de este síntoma.
La cistitis más común es la bacteriana, aunque existen otros tipos de inflamaciones no infecciosas del tracto urinario y también es posible contraer cistitis por estrés sostenido.
Tipos de cistitis: infecciosa o no
La cistitis se produce normalmente por una infección bacteriana. Es una de las infecciones del tracto urinario (ITU) más comunes. La causante es, en la gran mayoría de los casos, la bacteria Escherichia coli (E. coli).
La E. coli es una residente habitual de nuestro sistema gastrointestinal, forma parte de la microbiota que mantiene sano nuestro intestino. Está presente, por tanto, en el recto y el ano. Cuando alcanza y se instala en la uretra, donde no es bienvenida, provoca una infección.
La inflamación del tracto urinario no siempre está causada por una infección bacteriana. La cistitis intersticial, conocida como síndrome de vejiga dolorosa, es una afección crónica con síntomas similares a una cistitis recurrente pero no está causada por bacterias.
Otras causas no infecciosas que pueden inflamar la vejiga son el consumo de ciertos fármacos, el uso prolongado de sondas, la exposición a rayos X o radioterapias. La cistitis también puede estar conectada a otras enfermedades como la diabetes o problemas renales y de próstata.
La cistitis por estrés no es una tipología diferente. Se refiere, más bien, a la influencia que tiene la ansiedad en la facilidad para contraer o agravar los síntomas de una inflamación de vejiga. Como veremos a continuación, el estrés abre la puerta a las infecciones y empeora la sensación de dolor.
Cistitis por estrés: bacteriana e intersticial
Es posible contraer una infección de orina o cistitis por estrés crónico o sostenido durante un período de tiempo. El motivo fundamental es que el estado constante de ansiedad sobrecarga los sistemas corporales y debilita la capacidad de respuesta del sistema inmunológico.
Cuando el cuerpo está en situación de estrés, se liberan altas cantidades de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que ponen a los anticuerpos en alerta máxima contra intrusos. El sistema inmune solo puede mantener este ritmo por cortos períodos.
Con el estrés crónico, las defensas del cuerpo se agotan, oponiendo menos resistencia a enfermedades como la cistitis, que se aprovecha de un estado de salud debilitado para atacar. Por tanto, el estrés facilita el desarrollo de cistitis bacteriana.
Cuando se contrae cistitis por estrés crónico es más probable que ésta se vuelva recurrente. Como las defensas están bajas, las bacterias que llegan a la uretra encuentran menos resistencia y causan infección con más frecuencia.

Es importante hacer un cultivo de orina para confirmar el diagnóstico antes de recurrir a tratamiento farmacológico, porque los síntomas pueden ser engañosos. Como explica el doctor Álvarez Castelo, «aunque el estrés y la inflamación crónica predisponen a las infecciones, la misma situación de estrés provoca un aumento de síntomas funcionales que afectan al aparato digestivo y urinario. Por ejemplo, mucha gente tiene que ir apurada y con frecuencia al baño cuando está nerviosa (como antes de ir a un examen) sin que sea debido a una infección. Por eso es importante no tomar antibióticos ante el primer síntoma que parezca una cistitis».
En el caso del síndrome de vejiga dolorosa o cistitis intersticial, una enfermedad crónica que no está causada por bacterias, se ha demostrado que el estrés contribuye a empeorar los síntomas.
Los altos niveles de cortisol provocan una inflamación generalizada de bajo grado que hace más vulnerable y agrava la inflamación de vejiga. Además, el estado de ansiedad contribuye a incrementar la sensación de dolor.
¿A quién afecta la cistitis?
La cistitis es un mal común en la infancia y puede padecerla cualquier persona, sin importar género o edad. Sin embargo, es mucho más frecuente en mujeres por una cuestión anatómica.
En el cuerpo femenino, la uretra es más corta, está más cerca del ano y es más fácil que los gérmenes alcancen el tracto urinario provocando una infección. Es por ello que, en las mujeres, es habitual contraer cistitis durante el sexo. «Por eso se recomienda orinar justo antes y después de la relación sexual, para así eliminar las bacterias que se puedan haber «colado» en la vejiga», apunta el doctor Álvarez Castelo.
Las mujeres también tienen más propensión a contraer cistitis durante el embarazo, ya que la vejiga es más vulnerable a infecciones urinarias por los cambios hormonales que alteran el pH y debilitan el sistema inmune.
La cistitis se vuelve más común en edades avanzadas. Los hombres padecen más infecciones del tracto urinario relacionadas con la próstata a partir de los 50 años y las mujeres, con la menopausia.
Tratamiento y prevención de la cistitis
La infección de orina es una enfermedad molesta, pero de fácil curación.
La cistitis infecciosa o bacteriana a menudo se presenta de forma aguda y se diagnostica fácilmente con una simple prueba de orina. Se trata con antibióticos y se cura rápidamente, en dos o tres días.
Si los síntomas no remiten, es recomendable acudir al servicio de Urología para evitar complicaciones renales y descartar problemas médicos más graves.
En el caso de la cistitis intersticial, al ser una dolencia crónica no bacteriana, no reacciona al tratamiento antibiótico. Las soluciones para estos pacientes se centran en aliviar los síntomas con fármacos y terapia física.
Como hemos visto, el desarrollo de cistitis por estrés es posible y, en el caso de la cistitis intersticial, cobra mayor importancia el control del estrés como factor agravante. En este sentido, algunas opciones recomendables son el ejercicio regular, la meditación, una dieta equilibrada, una buena pauta de sueño, y el apoyo de un psicólogo o terapeuta.
A esto se unen las recomendaciones generales para prevenir las infecciones de orina: beber suficiente agua, no pasar demasiadas horas sin orinar, usar ropa interior transpirable y mantener una buena higiene genital con un gel de pH neutro.