¿Es posible desarrollar problemas en el ojo como consecuencia del estrés? La respuesta es un rotundo sí. Aunque en un principio se podría pensar que el estrés y la salud ocular pertenecen a mundos completamente distintos, ambos están más relacionados de lo que parece. El cuerpo humano reacciona de formas muy diferentes ante las circunstancias que le generan malestar, y muchas veces esto conduce a la aparición de tensión ocular por estrés.
El estrés es una respuesta automática e involuntaria del cuerpo a aquellas situaciones que alteran su equilibrio y, por tanto, pueden representar una amenaza. Esto origina un sentimiento de inquietud y molestia en las personas, que activan sus mecanismos de defensa.
En ocasiones, esta intranquilidad a nivel psicológico provoca el surgimiento de problemas físicos. Este proceso, conocido como somatización, es el modo que encuentra el cuerpo de expresar que algo no va bien. Aunque los síntomas son físicos, el problema de fondo es emocional.
Esto se manifiesta a través de múltiples vías: causa insomnio, erupciones, alopecia, dolores estomacales, dolores de cabeza, ansiedad… Incluso puede afectar a los ojos, que son un elemento más de esa lista. Así es como surge la tensión ocular por estrés.
¿Qué es la tensión ocular por estrés?
Es innegable que el estrés afecta al ojo. En situaciones estresantes, las pupilas se dilatan y se libera cortisol, una hormona que aumenta la energía e incrementa la cantidad de azúcar en la sangre. Y esto podría desembocar en la pérdida de visión del paciente. Según un estudio publicado por la revista EPMA Journal en el año 2018, la generación excesiva de cortisol como consecuencia del estrés es un factor de riesgo que afecta negativamente a la salud del ojo.
La tensión ocular aparece cuando la presión en el interior del ojo es más elevada de lo normal. Esto se debe a un desequilibrio entre la producción y el drenaje del humor acuoso, uno de los líquidos que componen la estructura del globo ocular.
Para medir la presión intraocular (PIO) se emplea un aparato conocido como tonómetro. El resultado se expresa en milímetros de mercurio. Si el paciente se encuentra entre los 12 y los 21 mm Hg, su PIO entra dentro de los estándares. No obstante, si supera los 21 mm Hg sería diagnosticado con hipertensión ocular.
Una cifra alta aumenta las posibilidades de desarrollar glaucoma: aquellas enfermedades que dañan el nervio óptico, ubicado en la parte de atrás del ojo. A largo plazo, esto podría significar la pérdida total de visión.
La tensión ocular por estrés es una condición cada vez más habitual, especialmente debido al incremento del tiempo de uso de pantallas. En la actualidad, los ojos están más expuestos a factores de riesgo que pueden desencadenar estas patologías. Los problemas de visión sin tratar y la iluminación deficiente, que obligan a las personas a forzar la vista, contribuyen a impulsar este fenómeno.
Esta afección puede presentarse a cualquier edad y, mientras que algunos pacientes apenas notan los síntomas, otros pueden ver limitada su calidad de vida de forma sustancial. No obstante, muchos casos de tensión ocular por estrés son temporales y se pueden solucionar de manera relativamente sencilla.
Síntomas de la tensión ocular por estrés
La tensión ocular por estrés se manifiesta a través de un conjunto de síntomas muy variados que pueden aflorar de modo individual o en conjunto, como la visión borrosa o la pesadez en los ojos.
La fatiga ocular o astenopia, conocida popularmente como vista cansada, es una de las principales señales de que se puede estar pareciendo tensión ocular por estrés. En ocasiones, va acompañada de un ligero temblor en el párpado, fotofobia o hipersensibilidad a la luz y dificultad de enfoque. Algunos pacientes también experimentan dolor en el globo ocular o en la cabeza, debido a la tensión a la que están sometidos los músculos circundantes.
Tampoco es inusual sufrir picor, lagrimeo o enrojecimiento de los ojos, así como una sensación incómoda de sequedad o ardor ocular. Los flashes de luz y la visión en túnel, caracterizada por una pérdida de visión periférica, son otros de los síntomas. Todo esto puede provocar mareos en las personas que se enfrentan a la tensión ocular por estrés.
Esta afección también puede dar pie a consecuencias más graves, como el deterioro de la visión y la blefaritis, una inflamación de los párpados con una desmedida producción de secreciones grasas. Asimismo, algunas personas padecen el síndrome del ojo seco, pues una reducción de la frecuencia del parpadeo disminuye la hidratación ocular. Y en algunos casos aparecen mioquimias, una especie de contracciones y espasmos en los párpados de unos segundos de duración.
Cómo tratar la tensión ocular por estrés
Para curar la tensión ocular por estrés es necesario tratar ambas caras de la moneda: la física y la emocional.
Lo más recomendable es acudir a un médico especialista en la materia, con experiencia en oftalmología, como los que conforman el equipo del Hospital San Rafael. Estos profesionales podrán diagnosticar la patología de manera certera y recomendar el tratamiento más oportuno para ponerle freno.
Sin embargo, existen una serie de recomendaciones generales que se pueden poner en práctica para atenuar los síntomas de la tensión ocular por estrés. Muchos de estos consejos están estrechamente relacionados con las pantallas, uno de los principales factores de riesgo, especialmente si se emplean durante la jornada laboral. Los afectados deben:
- Mantener los dispositivos a una distancia adecuada, con un mínimo de medio metro de separación entre los ojos y el ordenador.
- Corregir la iluminación, apostando por fuentes de luz natural si es posible.
- Descansar la vista, alejándose de las pantallas y saliendo al aire libre.
- Enfocar puntos lejanos cada poco tiempo, pues el uso de los dispositivos obliga a los ojos a centrarse en objetos cercanos durante largos períodos, causando un sobreesfuerzo al que no están acostumbrados.
- Utilizar filtros de luz azul que disminuyan el daño producido en los ojos.
- Restringir la cantidad de tiempo total enfrente de las pantallas.
- Emplear lágrimas artificiales para solucionar la sequedad ocular.
- Realizar ejercicios visuales y masajes que liberen la tensión de los músculos orbiculares.
Pero estas recomendaciones no serán tan eficaces si la persona no elimina o averigua cómo lidiar con la causa que le provoca estrés, ya que ese es el problema de fondo que hay que atacar.
Recurrir a expertos que proporcionen ayuda psicológica es esencial para aprender a gestionar y reducir el malestar. El paciente también puede practicar técnicas de meditación que fomenten la relajación, adoptar hábitos de vida saludables, realizar ejercicio y actividades deportivas, implementar una dieta saludable y dormir un número de horas suficiente.
Además, es muy aconsejable que se replantee su rutina y sus comportamientos perjudiciales, que mantenga una actitud positiva ante los contratiempos, que pase tiempo de calidad consigo mismo y con sus seres queridos y que lleve a cabo aficiones o actividades de las que disfrute.
De la mano de profesionales competentes es posible revertir la situación y relegar la tensión ocular por estrés al pasado. Pero esta es una tarea grupal, en la que son necesarios esfuerzos a nivel físico para recuperar la salud ocular y a nivel emocional para rebajar el estrés.