La presión en el pecho y la fatiga son dos de los principales síntomas de la angina de pecho, que puede desencadenarse debido a la enfermedad de las arterias coronarias
¿Qué hay detrás de la opresión de pecho? Aunque en ocasiones este dolor puede no ocultar una afección cardíaca grave, otras muchas veces puede ser un indicio de angina de pecho, o incluso el punto de partida de un infarto de miocardio. Tan solo los profesionales de la salud tienen la respuesta. No obstante, saber reconocer los síntomas de la angina de pecho es vital para identificar si nos encontramos ante esta patología.
La angina de pecho se caracteriza por un dolor temporal en el corazón y sus alrededores, provocado por un descenso considerable del aporte de sangre que recibe el músculo cardíaco. El corazón necesita el oxígeno que se transporta en la sangre para realizar sus funciones. Si se produce una isquemia miocárdica, es decir, una disminución del flujo sanguíneo, el corazón se resentirá.
Con frecuencia, la angina de pecho es, al mismo tiempo, un síntoma de la presencia de una enfermedad de las arterias coronarias por ateroesclerosis, la afección cardíaca más común. Esta consiste en un estrechamiento de las arterias de corazón, derivado de un depósito de grasa o colesterol en las paredes de estas que se denominan placas. Si se rompe una de estas placas, se formará un coágulo de sangre que obstruirá el flujo sanguíneo.
Las enfermedades isquémicas del corazón están muy extendidas entre la población, y ya se han convertido en una de las principales causas de muerte en España. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, durante el año 2020, tan solo el COVID-19 provocó más defunciones.
Pero, ¿cuáles son realmente los síntomas de la angina de pecho? ¿Y cómo se debe actuar cuando se presentan?
Los principales síntomas de la angina de pecho
La presión en el pecho es, sin duda, la manifestación más evidente. «La angina de pecho en sí es un síntoma, es el dolor del corazón cuando le falta riego. Las personas suelen decir que sienten como si les pusiesen un peso en el pecho», resume Gonzalo Peña, un especialista en Cardiología del Hospital San Rafael.
Esta pesadez, además, se puede extender a los hombros, el cuello, la espalda, la mandíbula y los brazos, especialmente el izquierdo. Pero hay más síntomas de la angina de pecho, entre los que se encuentran el ardor, los mareos, la fatiga, las náuseas, la sudoración, la falta de aire, las ganas de eructar o el malestar general.
La similitud con los síntomas que presenta el ataque cardíaco es fuente de preocupación entre los pacientes. Sin embargo, los síntomas de la angina de pecho suelen desaparecer al cabo de unos minutos. Cuando estos se prolongan, se intensifican, o aparecen nuevas manifestaciones, es necesario acudir al médico con urgencia, ya que puede ser una señal de infarto de miocardio.
«El dolor es el mismo, aunque normalmente la intensidad es mayor cuando uno tiene un infarto. La gravedad ya la nota el paciente, por eso se hacen campañas de concienciación en la población para avisar lo más pronto acerca de los síntomas de la angina de pecho, esperar va en contra del paciente», argumenta el doctor Peña.
Para diagnosticar esta enfermedad, los expertos en Cardiología consultan a la persona afectada acerca de sus síntomas, y valoran la posibilidad de llevar a cabo diversas pruebas para el diagnóstico y el tratamiento, como los electrocardiogramas, ecocardiogramas, analíticas de sangre, pruebas de esfuerzo e incluso un cateterismo cardíaco.
Gracias a esta clase de test, es posible detectar la presencia de una angina de pecho y determinar su gravedad. Y esto puede aumentar las posibilidades de supervivencia.
«El riesgo es muy variable, y depende de la situación de cada paciente. En un infarto agudo, la mortalidad ronda el 50 %. Si se llama de inmediato y se accede a atención médica especializada tempranamente, la mortalidad baja extremadamente por debajo del 10 %. Es decir, desciende mucho si uno se pone en buenas manos. En el caso de la angina, la mortalidad es más leve, pero lo que verdaderamente cuenta es reconocer temprano los síntomas», asegura Gonzalo Peña.
Los cuatro tipos de angina de pecho
Dependiendo de la gravedad y la naturaleza de los síntomas de la angina de pecho, se pueden distinguir cuatro clases diferentes de esta enfermedad, también conocida como angina pectoris:
- Angina de pecho estable: es la modalidad más frecuente. Se produce debido a la realización de esfuerzos o actividades a las que el cuerpo no está acostumbrado. Durante el ejercicio físico, el corazón demanda unos niveles de oxígeno más elevados, por lo que aflora este tipo de angina. Generalmente, dura unos minutos, y desaparece tras descansar o tomar un medicamento.
- Angina de pecho inestable: es más peligrosa que la anterior, pues aparece tras esfuerzos físicos de intensidad más baja, e incluso en reposo. Su duración es más extensa, pudiendo acercarse a la media hora, y ni el descanso ni las medicinas logran atenuar el dolor. Si el flujo sanguíneo no se recupera, llegará un momento en que el corazón se quedará sin oxígeno y desembocará en un ataque cardíaco, por lo que hay que trasladar rápidamente al paciente a un centro de salud para que reciba un tratamiento de emergencia.
- Angina de pecho variante: descrita por primera vez por el cardiólogo Myron Prinzmetal, esta angina no se produce debido a una enfermedad de las arterias coronarias, sino que es causada por un espasmo en las arterias. Estos vasoespasmos son contracciones en el músculo de la pared del vaso, que provocan una disminución del flujo sanguíneo. La angina de Prinzmetal es menos habitual, y suele producirse por las noches, cuando el paciente está en reposo. Tiene un carácter más cíclico, y puede aliviarse mediante los medicamentos.
- Angina de pecho refractaria: en esta última categoría, la persona afectada sufre episodios muy frecuentes de angina de pecho, que no son atenuados ni por los cambios en el estilo de vida ni por los medicamentos.
Un vistazo a los factores de riesgo
Existen determinados factores de riesgo que pueden multiplicar la probabilidad de aparición y la agudeza de los síntomas de la angina de pecho. La edad, por ejemplo, tiene mucha influencia, pues es una afección más común entre los adultos mayores.
«La angina de pecho está muy ligada a la edad. Cuando un paciente tiene más de cuarenta años, debería consultar ante la presencia de cualquier dolor de pecho», señala el doctor Peña, y añade también que «ser diabético es un factor de riesgo muy importante hoy en día, pues, para los diabéticos, los síntomas de angina de pecho son más confundibles con otras cosas».
Asimismo, las personas con sometidas a estrés, con tensión arterial alta o con antecedentes familiares de enfermedades cardíacas tienen más predisposición de sufrir una angina de pecho.
El consumo de tabaco favorece estas patologías, ya que el humo daña considerablemente los recubrimientos de las arterias. Un grado muy elevado de colesterol o triglicéridos puede ser perjudicial, al igual que el consumo de medicamentos que tensan los vasos sanguíneos. Y la presencia de afecciones como la enfermedad arterial periférica también influye negativamente.
Por otro lado, la obesidad y un estilo de vida inactivo caracterizado por el sedentarismo contribuyen a desarrollar la angina de pecho. Para estas personas, cualquier ejercicio físico exigirá más esfuerzo por parte de su corazón, y pueden encontrarse con serias dificultades para realizar actividades tan corrientes como caminar o subir unas escaleras.
Para prevenir la angina de pecho es conveniente eliminar todos los factores de riesgo. Además de abandonar el tabaco, hay que incorporar una dieta variada, evitar el consumo de alcohol, mantenerse en un peso saludable, practicar ejercicio con regularidad, reducir el estrés y, por supuesto, controlar de cerca otras patologías que puedan tener relación con las enfermedades cardíacas.
Cómo paliar los síntomas de la angina de pecho
Aun así, existen pacientes para los que la simple modificación de los hábitos resulta insuficiente. Ellos deben acudir a un centro de salud, y el médico les podrá recetar fármacos para mitigar los síntomas de la angina de pecho.
Los medicamentos antianginosos son muy utilizados para lidiar con la cardiopatía isquémica. Los nitratos y los bloqueadores de los canales de calcio incrementan el flujo sanguíneo mediante el ensanchamiento de los vasos, y los betabloquantes reducen el esfuerzo que debe hacer el corazón, con el objetivo de frenar el dolor. La aspirina evita la formación de coágulos de sangre en las arterias, y la estatina disminuye el nivel de colesterol.
Además, el paciente puede iniciar un programa personalizado de rehabilitación cardíaca. Y también existe la posibilidad de someterse a una angioplastia, un procedimiento de dilatación de las arterias mediante un globo para aumentar el flujo sanguíneo.
De todos modos, ante la presencia de cualquiera de los síntomas de la angina de pecho, es fundamental ponerse en las manos de un especialista, como los que conforman el área de Cardiología del Hospital San Rafael. A fin de cuentas, la asistencia sanitaria rápida y eficaz puede llegar a ser determinante para salvar la vida de un paciente.