El prurito vulvar se define como una sensación subjetiva desagradable, que lleva a quien lo padece a rascarse la zona afecta. Este síntoma no se presenta de forma permanente, sino que aparece de forma repentina, dura un rato y después suele calmar. La intensidad va desde una simple picazón hasta una molestia insoportable, que llega hasta alterar el sueño de la mujer.
Puede estar causado por diferentes enfermedades, tales como: infecciones por hongos, bacterianas, enfermedades de transmisión sexual, déficit de estrógenos (pubertad y menopausia), estrés que produce cambios en la piel, uso de agentes químicos, lesiones precancerosas o cancerosas, entre otras.
Una vez obtenido el diagnóstico mediante exploración y pruebas de laboratorio, el tratamiento puede ser tan sencillo como el uso de un óvulo o crema tópica.
En este artículo vamos a diseccionar el prurito vulvar, sus causas y la forma de tratarlo. Para ello, vamos a responder a las preguntas de cuatro pacientes.
La candidiasis es una de las principales causas del prurito vulvar
Tengo 25 años, he tenido una infección vulvovaginal por hongos, he completado el tratamiento que me han prescrito, pero periódicamente, antes de la menstruación tengo prurito vulvar. ¿Qué debo hacer? ¿Qué tratamiento es el más efectivo para una mujer que presente vulvovaginitis candidiásica recurrente?
Las candidiasis vulvovaginales, son una de las causas más frecuentes de prurito vulvar, se calcula que el 75% de las mujeres la padecen, al menos, una vez en la vida. Se suele asociar con aumento del flujo, siendo típica la aparición en el mismo de «grumos, como yogur cortado». También pueden aparecer molestias al orinar y dolor abdominal. No es considerada una enfermedad de transmisión sexual, ya que también aparece en mujeres sin relaciones sexuales, si bien, una vez presente, puede contagiarse con las mismas.
Existen factores que predisponen a padecer la candidiasis, como son el estrés, la anemia, la ingesta de anticonceptivos orales, corticoides o el empleo reciente de antibióticos. Las alteraciones hormonales, la gestación o la diabetes también favorecen la aparición de este tipo de infecciones.
Una vez diagnosticada dicha infección mediante una exploración física y un frotis en fresco o cultivo, se indica un tratamiento tópico con un óvulo vaginal, que se suele complementar como un comprimido oral, ya que también existe un reservorio intestinal. No es preciso tratar a la pareja si ésta no tiene síntomas y es la primera vez que se padece. En caso de aparecer otro episodio sí se aconseja el tratamiento a la pareja, ya que puede presentar un reservorio que favorezca las reinfecciones.
En tu caso sería aconsejable acudir al ginecólogo para valorar si persiste o no la infección por hongos. En caso de que persista, estaría indicado tratar a la pareja y valorar el uso de probióticos vaginales, para restaurar el ecosistema vaginal que se puede haber visto comprometido y favorece dicha infección. La Candida es un germen oportunista, y recordemos que este tipo de problemas no los causa el germen que quiere sino el que puede. Es decir, aquel que encuentra la puerta de entrada a un cuerpo que por algún u otro motivo se vuelve vulnerable.
Medidas para evitar reinfecciones
- Lo ideal es que el aseo genital sea una o máximo dos veces al día, sólo con agua y por fuera. El exceso en el aseo genital, puede llevar a producir más humedad con lo que se facilita el desarrollo de hongos.
- Siempre que se va al baño hay que limpiarse de adelante hacia atrás para prevenir cualquier tipo de infección.
- La ropa interior debe ser idealmente de algodón.
- Hay que evitar los salva-slip diarios ya que estos aumentan la irritación y la humedad.
- No se deben usar toallitas húmedas para limpiarse.
Cuando aparecen más de cuatro episodios en un año, consideramos la infección como recurrente. Hay que descartar una casusa sistémica subyacente que favorezca dicha infección, como la presencia de anemia o un diabético mal controlado. Se emplea una terapia supresora con un comprimido oral de fluconazol a dosis de 150 mg, en dosis única semanal, durante 6 meses, o bien los días previos a la menstruación, también durante 6 meses.
Tras una primera infección por hongos, cuando presentamos síntomas similares suponemos que se trata de lo mismo y nos auto medicamos. Hacer esto en una ocasión no lo considero erróneo, pero en caso de que se convierta en algo periódico, es aconsejable acudir al especialista, pues no siempre que presentamos prurito vulvar y aumento del flujo, el causante es la C. albicans.
En ocasiones se trata de otra especie de Candida, la llamada Candida glabrata. Dicho germen suele ser resistente a los tratamientos con clotrimazol vaginal y fluconazol oral, y se aconseja emplear itraconazol oral y unas cápsulas vaginales de gelatina de ácido bórico, 600 mg diarios, durante 14 días.
En otras ocasiones, la sensación de prurito vulvar presente inmediatamente antes y después de la menstruación se debe a las variaciones hormonales fisiológicas del ciclo menstrual, ya que en esos momentos los niveles de estrógenos disminuyen y favorecen dicho síntoma, en este caso sería suficiente el uso de un hidratante externo.
Causas de un flujo vaginal maloliente
Periódicamente presento flujo vaginal maloliente, más frecuentemente tras la menstruación, a veces se acompaña de un leve picor en la zona vulvar, y desaparece sin tratamiento, pero vuelve a reaparecer en uno o dos meses. ¿A qué se debe y qué debo hacer?
La causa más frecuente de flujo vaginal maloliente es la vaginosis bacteriana.
No sabemos qué causa la vaginosis bacteriana ni cómo se contrae. Lo que sí sabemos es que tener una nueva pareja sexual o múltiples parejas sexuales, y hacerse duchas vaginales pueden alterar el equilibrio entre las bacterias «buenas» y «dañinas» de la vagina y exponer a las mujeres a un mayor riesgo de contraer vaginosis bacteriana. Sin embargo, no sabemos cómo las relaciones sexuales contribuyen a dicha infección.
La vaginosis bacteriana no se considera una enfermedad de transmisión sexual (ETS), ya que también puede afectar a mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales. El padecerla sí que puede aumentar la probabilidad de contraer una ETS, como las infecciones por clamidias y gonococo. No se contrae por el contacto con los asientos del inodoro, la ropa de cama o las piscinas.
Médicos y científicos no saben completamente cómo se propaga la vaginosis bacteriana, y no se conocen mejores maneras de prevenirla. Las siguientes medidas de prevención básicas pueden ayudar:
- No tener relaciones sexuales.
- Limitar el número de parejas sexuales.
- No hacerse duchas vaginales.
Hay que acudir al especialista para someterse a una exploración y realización de cultivo, citología o frotis en fresco, que nos ayudará a confirmar la existencia de dicha infección.
La vaginosis bacteriana a veces desaparece sin tratamiento, pero si presenta síntomas es aconsejable realizar el tratamiento, que consiste en el empleo de un antibiótico (clindamicina o metronidazol) tópico vía vaginal. La vía vaginal tiene la misma eficacia que la vía oral pero con menores efectos secundarios. El tratamiento también puede reducir el riesgo de contraer una ETS.
En caso de aparecer recurrencias, se repite el tratamiento tantas veces cómo sea necesario. No se sabe cuál es el mejor tratamiento para prevenir dichas recurrencias, pudiéndose emplear periódicamente metronidazol en gel para aplicación vaginal. También se aconseja el empleo de probióticos vaginales, que ayudan a restaurar el equilibrio entre las bacterias «buenas» y «malas» del ecosistema vaginal.
Las parejas sexuales masculinas de mujeres a las que se les ha diagnosticado vaginosis bacteriana generalmente no necesitan tratamiento, ya que no se ha demostrado su beneficio para prevenir las recurrencias. Sin embargo, la vaginosis bacteriana puede transmitirse entre las parejas sexuales femeninas.
La vaginosis bacteriana puede causar algunos problemas de salud graves como los siguientes:
- Mayor probabilidad de contraer el VIH si se tienen relaciones sexuales con una persona infectada por este virus.
- Si tiene el VIH, más probabilidad de transmitir el VIH a su pareja sexual.
- Si tiene vaginosis bacteriana cuando está embarazada, tendrá mayor probabilidad de dar a luz a su bebé mucho antes de tiempo.
- Mayor probabilidad de contraer una ETS como clamidia y gonorrea. Estas bacterias a veces pueden provocar la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), lo cual puede hacer que le sea más difícil o imposible tener hijos.
El prurito vulvar y la menopausia
Tengo 55 años, y desde hace un par de años, tengo prurito vulvar que va en aumento, y las relaciones sexuales son cada vez más dolorosas. ¿Puede ser esto debido a la menopausia? ¿Puede existir otro problema?
Con la menopausia el nivel de estrógenos desciende de modo importante, lo que produce un adelgazamiento progresivo de la epidermis, tanto en la vulva como en la vagina. Este adelgazamiento hace que dichos tejidos se vuelvan más friables, y al mínimo roce, se produzcan pequeñas heridas en introito, y en ocasiones incluso sangrado tras las relaciones sexuales.
La disminución en la lubricación, también incrementa dichas lesiones, y conlleva dolor, quemazón, ardor en la zona vulvar, lo que en ocasiones hace imposible las relaciones sexuales. Sería suficiente un tratamiento tópico con derivados de estrógenos, asociados a hidratantes naturales para solucionar dicho problema.
Sin embargo, existen otras patologías, como el liquen vulvar, que puede producir los mismos síntomas clínicos, por lo que es necesario acudir siempre al especialista.
¿Qué es el liquen vulvar?
El liquen vulvar es una afección crónica de la piel de los genitales, que cursa con prurito vulvar importante y adelgazamiento de la piel en la zona vulvar, con incluso abolición de los labios y estrechamiento del introito, produciéndose en sus fases más avanzadas estenosis de la uretra, con la consiguiente dificultad a la hora de la micción e imposibilidad para mantener relaciones sexuales.
Se desconoce la causa que lo produce, pero no se trata de una enfermedad contagiosa, no se puede contraer de otra persona ni contagiarlo a otra persona. Se diagnostica mediante exploración y biopsia de la piel.
Dado que se trata de un proceso crónico, no siempre se podrá curar, pero se podrá manejar. Es necesario su tratamiento para prevenir la formación de cicatrices, los problemas con las relaciones sexuales y el dolor al orinar. Se emplean cremas o pomadas con cortisona, que ayudan a aliviar el dolor y la comezón, y detienen o enlentecen la progresión de la enfermedad.
En ocasiones, es preciso el uso de inmunomoduladores tópicos, como el tacrólimus ya que no se encuentra respuesta a los tratamientos convencionales. Cuando se ha producido un estrechamiento del introito vulvar que imposibilita las relaciones sexuales y dificulta la micción, a veces es necesaria la reparación quirúrgica de la zona. Son precisas revisiones periódicas, para valorar la respuesta al tratamiento y descartar la aparición de otro tipo de lesiones premalignas o malignas de la vulva.
La importancia de acudir al ginecólogo cuando se produce una alteración en la piel de la vulva
Tengo 70 años, y desde hace unos años tengo picor permanente en un lado de la vulva. He empleado todo tipo de cremas y he realizado distintos tratamientos para hongos, pero el picor no llega a desaparecer en ningún momento. Recientemente he visto aparecer un placa roja en un labio, ¿Qué debo hacer?
Debe acudir al ginecólogo. No se deben realizar auto tratamientos, sobre todo, cuando no se consigue mejoría, porque lo que hace es dilatar el problema.
Es necesaria una exploración física, para ver qué cambios se han producido en la piel. Pueden ser debidos a la menopausia, pero también a enfermedades que afectan a la piel de la vulva, como infecciones, patología crónica como un liquen vulvar, o patología premaligna, como la neoplasia vulvar intraepitelial (VIN) o patología propiamente maligna, como un cáncer de vulva. El diagnóstico diferencial vendrá dado por los hallazgos exploratorios, la realización de cultivos o la toma de biopsias. El tratamiento variará en función del diagnóstico.
En ocasiones aparece una placa eccematosa, localizada, muy pruriginosa, sobre todo por las noches. El prurito vulvar que lleva asociado, hace cronificar todavía más el problema, pues el rascado empeora el eccema.
En este caso, es necesario el empleo en dicha zona de una crema con corticoides, como puede ser el Clobetasol, con dosis de choque y posteriormente una pauta descendente, hasta la suspensión de los mismos. Es aconsejable asociar una crema hidratante vulvar. Una vez finalizado el tratamiento, la lesión habrá desaparecido por completo.
Hay que acudir al ginecólogo siempre que aparezca alguna alteración en la piel de la vulva, produzca o no picor, pues no siempre se trata de procesos leves como una infección por hongos.