
Los lentigos, los lunares, los melasmas y las pecas son algunas de las manchas solares en la piel más habituales, que aparecen como consecuencia de un exceso de melanina
Gafas, cremas, viseras, sombrillas… Todos estos objetos cumplen una misma función: protegernos del sol. Una estrella sin la cual no sería posible la vida pero que, a la vez, puede dejar una huella importante en nuestro cuerpo. Y las manchas solares en la piel son una clara evidencia.
El sol no es inofensivo. Querer lucir un bronceado sin tomar las medidas de protección adecuadas puede terminar pasando factura. La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) calcula que cada año se diagnostican en España más de 78.000 nuevos casos de cáncer de piel. Una cifra que se traduce en un incremento del 40 % en tan solo cuatro años.
No obstante, no todos los efectos del sol son malignos. En ocasiones, el organismo simplemente responde ante la radiación ultravioleta mediante las manchas solares en la piel.
«El sol causa manchas en la piel porque al incidir sobre las células que la conforman (principalmente sobre los melanocitos y los queratinocitos) provoca una serie de respuestas y señales que, en última instancia, van a provocar un aumento en la producción de melanina», explica Victoria Nespereira, especialista en Dermatología del Hospital San Rafael de A Coruña.
La melanina es un pigmento natural asociado con el color de la piel y del pelo. Y cuando se produce en exceso, con el objetivo de proteger a las células de una sobreexposición al sol, puede que no se logre distribuir de manera regular por la superficie del cutis. En algunas zonas pueden formarse acumulaciones, originando lo que se conoce como manchas solares en la piel.
En muchos casos, las manchas solares en la piel no entrañan ningún peligro para la salud. A pesar de ello, resultan antiestéticas para un gran número de personas, ya que resaltan en el cutis. Además, son consideradas un signo de envejecimiento prematuro, puesto que son más frecuentes conforme avanza la edad.
Un mal veraniego
¿Dónde son más comunes las manchas solares en la piel? Aunque pueden surgir por todo el cuerpo, es usual verlas en zonas como la cara, las manos o el escote. ¿El motivo? Normalmente estas son las áreas más expuestas al sol y, por lo tanto, tienen un mayor riesgo.
Generalmente son manchas planas, ubicadas en las capas superficiales de la piel, y de color marrón. Algunas tienen un tono más claro y otras un tono más oscuro, y sus dimensiones varían: pueden medir desde algunos milímetros hasta varios centímetros. Por consiguiente, algunas pueden pasar desapercibidas si surgen en una parte poco perceptible y son de pequeño tamaño. Pero si crecen en lugares más visibles, como las mejillas, puede ser difícil ignorarlas.
Sin embargo, hay que tener presente que la sobreexposición al sol no es la única causa de su aparición. Existen otros factores de riesgo, como el consumo de medicamentos fotosensibles o determinadas cuestiones hormonales.
«En general, las personas con mayor predisposición a desarrollar manchas solares suelen tener piel clara, ojos y pelo claro o pelirrojo, pecas y se suelen quemar al exponerse al sol», advierte la doctora Nespereira.
Además, su incidencia no es la misma a lo largo del año. Es más frecuente que aparezcan durante el verano, cuando muchas personas acuden a la playa o a la piscina a tomar el sol. No todo el mundo pone en marcha las medidas de protección adecuadas, lo que provoca que en estas fechas se multipliquen las lesiones originadas por el sol, como las quemaduras. Y las manchas solares en la piel no son una excepción.
Tipos de manchas solares en la piel
No existe una sola clase de manchas solares en la piel. «De las más frecuentes y que mayor preocupación provocan en los pacientes son: los lunares, los lentigos simples, las pecas o efélides, el melasma, las queratosis seborreicas o la hipomelanosis guttata», enumera Victoria Nespereira.
Lunares y pecas
Las pecas (también denominadas efélides) y los lunares (también conocidos como nevus melanocíticos comunes) están presentes en prácticamente toda la población. Pero son especialmente comunes en personas con la tez muy blanca, el cabello rubio y los ojos claros. Es decir, aquellas que, por su fototipo, se queman con más facilidad. A pesar de que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, es más probable que estén presentes en las zonas que más luz solar reciben.
Muchas veces, los lunares son congénitos o se desarrollan durante el primer año de vida. No obstante, pueden evolucionar y experimentar cambios como consecuencia de la radiación del sol, por lo que deben supervisarse para controlar si su tamaño o forma varía.
Léntigos
Cuando se piensa en manchas solares en la piel, los lentigos suelen ser lo primero que se le viene a la mente a muchas personas. Estas lesiones son de color marrón o, en algunos casos, negro, y suelen surgir en personas de edad más avanzada.
Son frecuentes en áreas que han estado muy expuestas al sol, como las manos o la cara, donde la ropa no protege la piel. Por lo general, estas lesiones son benignas, pero pueden ser fuente de preocupación por motivos estéticos.

Melasma
Los melasmas, que suelen salir en el bigote, la frente o las mejillas, son otras de las manchas solares en la piel más comunes. Surgen debido a las hormonas y a la exposición solar, y las mujeres son más proclives a desarrollarlos, sobre todo durante momentos de alteración de hormonas, como el embarazo.
Queratosis
Las queratosis seborreicas son manchas de color marrón o negro, escamosas y abultadas. Surgen de manera progresiva y, aunque pueden causar inquietud en algunas personas, son completamente inofensivas.
Las queratosis actínicas se desarrollan después de exponerse al sol durante varios años. Crecen de forma lenta y, a diferencia de las anteriores, no siempre son benignas: un pequeño porcentaje de los casos podría derivar en un cáncer de piel.
Hipomelanosis guttata
No todas las manchas solares en la piel tienen por qué ser de color oscuro. La hipomelanosis guttata se caracteriza por la aparición de pequeñas manchas blancas en áreas expuestas de manera continua al sol. Habitualmente miden menos de un centímetro y no suponen ningún riesgo para la salud del paciente.
¿Qué peligro tienen las manchas solares en la piel?
Por regla general, las manchas solares en la piel no suelen esconder una enfermedad grave. A pesar de ello, es conveniente acudir a la consulta de un especialista en Dermatología para revisarlas y descartar cualquier posible sospecha.
«Hay signos de alarma que nos deben hacer acudir a nuestro dermatólogo, como puede ser la aparición de alguna mancha distinta de las habituales, que destaque en color, forma o tamaño. Que parezca una herida que no cura, manchas irregulares con zonas más oscuras y diferentes colores, asimétricas, o que cambien de forma, tamaño o color», señala la doctora Nespereira.
A fin de cuentas, los profesionales médicos son los más preparados para realizar un diagnóstico adecuado. Una vez se ha identificado el tipo de mancha, el facultativo indicará el tratamiento más adecuado, si es necesario.
«Al acudir al dermatólogo, él decidirá si tiene riesgo y es necesario hacer algún tipo de tratamiento. En caso de que puedan ser malignas, normalmente se decide tratamiento quirúrgico, y en muchos casos supondrá su curación. Otras tendrán importancia solo de tipo estético, y también se podrán hacer distintos tratamientos según la demanda del paciente», apunta la dermatóloga del Hospital San Rafael de A Coruña.
Si las personas desean eliminar las manchas por motivos estéticos, pueden recurrir a un peeling médico o a la tecnología láser, que irán mostrando sus resultados de forma progresiva.
Sin embargo, aunque la mayoría de manchas solares en la piel no son peligrosas, Victoria Nespereira recalca que las «personas con mayor número de manchas pueden tener más riesgo de desarrollar algún tipo de cáncer de piel».
La importancia de la prevención
Cuando se habla de manchas solares en la piel, la prevención es la mejor aliada. Si se desea evitar su aparición, es aconsejable no tomar el sol durante largos períodos, especialmente durante los días de verano y las horas en las que se halla más alto: de 12 del mediodía a 4 de la tarde.
«Hay que evitar la exposición solar en las horas de mayor índice de radiación y protegerse adecuadamente. Estar a la sombra, utilizar ropa, sombrero y gafas de sol y utilizar cremas solares que bloqueen tanto UVA como UVB. Estas se han de aplicar en la cantidad suficiente y se debe repetir su aplicación regularmente», subraya la doctora Nespereira.
Pero la crema solar no solo tiene que estar presente en la mochila de la playa o la piscina. Es primordial emplearla también durante el invierno, sobre todo aquellas personas con las pieles más claras.
Y, por último, hay que proteger con especial cuidado a los bebés y a los niños pequeños, pues su sistema inmune todavía está desarrollándose, y pueden ser más sensibles al sol. Educar y concienciar desde edades tempranas es indispensable para prevenir las manchas solares en la piel.
Al fin y al cabo, la piel tiene memoria. Y aunque en el presente no se vean las consecuencias, los malos hábitos solares pueden hacerse visibles en el futuro.