La astenia primaveral, cuando el buen tiempo causa mala cara

La astenia primaveral es una sensación temporal de cansancio e irritabilidad

Con el cambio de estación muchas personas pueden comenzar a experimentar los síntomas de la astenia primaveral, como el cansancio, la irritabilidad o el dolor de cabeza

Dice el refrán que, al mal tiempo, buena cara. Y es que el buen tiempo, per se, ya suele estar asociado a un estado de ánimo positivo. No hacen falta dichos para recordarlo. No obstante, hay personas en las que la llegada de la primavera puede causar el efecto contrario. Al menos durante un breve período de tiempo. Se trata de la astenia primaveral: una compañera molesta, pero benigna.

«Lo primero que hay que puntualizar es que no es una enfermedad, ni mucho menos», recalca el especialista en Hematología Manuel Viso, que indica que este tipo de astenia, una sensación de falta de energía, está etiquetada «como un trastorno adaptativo».

Ahora bien, ¿por qué aparece durante esta época? Generalmente, es el invierno el que produce una caída del ánimo, mientras que el buen clima suele repercutir de manera positiva. La respuesta se halla en los ritmos circadianos.

«Una vez llega el buen tiempo hay más horas de luz, pasamos más horas fuera de casa, hacemos más actividad física. Esto altera nuestros ritmos biológicos: nos acostamos y nos levantamos a horas diferentes y alargamos más los días. Todo esto acaba generando cambios hormonales», explica el doctor del Hospital San Rafael de A Coruña.

Los cambios en el clima, la duración de los días, las temperaturas y otros factores como el porcentaje de humedad y la presión atmosférica acaban pasando factura en el organismo, que necesita adaptarse a la nueva estación y a la modificación de las rutinas que esta conlleva. Y el peaje es la astenia primaveral.

La sintomatología de la astenia primaveral

La alteración de la producción de hormonas como las endorfinas (que producen una sensación de bienestar), la melatonina (encargada de inducir el sueño y cuya secreción pasa a ser más tardía) o el cortisol (conocida como la hormona de estrés) termina originando una serie de manifestaciones.

Cansancio, somnolencia, falta de energía, irritabilidad, disminución de la concentración, disminución de la libido, sensación de ansiedad, dolor de cabeza, debilidad, cambios de humor, nostalgia o melancolía… A pesar de que siempre van a depender de cada paciente, estos son algunos de los síntomas más populares de la astenia primaveral.

Asimismo, es habitual que durante este período de adaptación al nuevo ritmo de vida y a los nuevos horarios también se altere el sueño. No es extraño, por tanto, despertarse en medio de la noche con más frecuencia o tener más dificultades para conciliar el sueño.

¿Astenia primaveral o depresión?

Hay una buena noticia para todas las personas afectadas por la astenia primaveral: se trata de una situación pasajera. Por regla general, las molestias suelen desvanecerse al cabo de un par de semanas.

Pero, ¿qué sucede si el paso del tiempo no se traduce en una recuperación del bienestar? Entonces, lo más probable es que haya otra patología detrás. Como, por ejemplo, la depresión.

«La sintomatología de la astenia primaveral es muy parecida a la de una depresión. La diferencia es que la astenia primaveral en dos o tres semanas tiene que haber desaparecido. La depresión se prolonga en el tiempo, y cada vez estamos peor. Si las manifestaciones son muy intensas podríamos estar hablando de un cuadro depresivo», apunta el doctor Viso.

Si la depresión comienza en marzo o abril, al principio podría ser fácil confundirla con la astenia primaveral. En estos casos, basta con analizar la duración y la intensidad de los síntomas para diferenciarlas. Y es que, como añade el facultativo, aunque «la astenia primaveral puede generar cierta incomodidad, no es motivo de baja laboral ni llega a interrumpir nuestra vida habitual, no llega a intensidades de ese alcance».

De todos modos, ante la duda lo más conveniente es ponerse en las manos de un profesional. Aun cuando no existen pruebas que confirmen de forma objetiva la astenia primaveral, a veces podría recomendarse la realización de un análisis de sangre con el objetivo de descartar que el cansancio se deba a otros factores, como la anemia.

El cambio de horarios es una de las causas de la astenia primaveral

¿Cómo tratar la astenia primaveral?

Hay, sin embargo, una mala noticia, tal y como señala Manuel Viso: «A pesar de lo que nos puedan vender por ahí, no hay fórmulas mágicas que hagan que, en vez de dos semanas, se pase en tres días. No hay un tratamiento específico para minimizar o anular esta sintomatología».

Entonces, ¿cómo lidiar con ella? La manera más efectiva para intentar sobrellevar el malestar de la astenia primaveral consiste en regular poco a poco los ritmos de vida para evitar los cambios drásticos. Si cuando anochecía pronto nos acostábamos a las diez, tras el cambio de hora es preferible mantener ese horario en lugar de acostarnos a las doce, adaptando progresivamente las horas de sueño y despertar.

Al mismo tiempo, es recomendable practicar ejercicio físico. Pero siempre de forma moderada, ya que el deporte intenso puede ocasionar dificultades a la hora de quedarnos dormidos, sobre todo si se realiza antes de cenar o antes de acostarnos.

La alimentación también juega un papel fundamental. Hay que priorizar el consumo de frutas, legumbres y hortalizas, que contienen todas las vitaminas y antioxidantes necesarios. Y, a la vez, no nos podemos olvidar de hidratarnos más, pues con el aumento del calor la piel transpira más y se pierden más líquidos.

«No hace falta tomar suplementos, porque no hay ningún déficit de vitaminas ni de minerales. Lo único que hay que hacer es mantener una buena alimentación. De ahí obtienes todo lo que necesitas a nivel vitamínico y de minerales», enfatiza el especialista en Hematología.

La clave, en resumen, pasa por ir cambiando las rutinas poco a poco, poniendo el acento en las horas de sueño, la dieta y la actividad física.

Un trastorno donde prima lo subjetivo

La astenia primaveral es «un proceso de adaptación del cuerpo, que cambia de invierno a primavera y necesita adaptarse. Es igual que cuando hacemos una carrera: hay que calentar un poco los músculos, que pasan del reposo a la actividad», ejemplifica el doctor del Hospital San Rafael de A Coruña.

No se trata, por tanto, de una enfermedad grave. Ni siquiera de una enfermedad. Aun así, hay personas que pueden atravesarla con mayor intensidad que otras. Y es que el componente subjetivo cobra mucha importancia.

Si bien es cierto que las personas mayores y aquellas que padecen patologías crónicas tienden a ser más propensas a sufrir la astenia primaveral, este trastorno es, en última instancia, algo personal. Hay pacientes que perciben la sintomatología con gran intensidad y pacientes que, directamente, no la perciben.

«Normalmente se asocia más a las mismas personas. Hay gente que es más susceptible, ya sea por idiosincrasia individual o porque perciben los signos de manera más intensa. Depende de la valoración e interpretación individual de cada uno», reitera Manuel Viso.

De todas formas, en ningún caso entraña ningún peligro. Como vimos previamente, la astenia primaveral es una simple reacción fisiológica debido a la alteración en la liberación de hormonas, puesto que muchas de ellas se segregan en función de si es de día o es de noche. Al cambiar los horarios, el cuerpo tiene que acostumbrarse a estas modificaciones hormonales, y necesita unos días para adaptarse por completo.

Pero, en poco tiempo, todo volverá a la normalidad.