
Los altos niveles sostenidos de estrés debilitan el sistema inmunitario, favoreciendo la inflamación recurrente de la faringe
La estresante vida moderna le pasa factura a nuestra salud. Si te duele la garganta a menudo sin un motivo claro, puede ser que la causa sea el estrés cotidiano.
La faringitis crónica por estrés se refiere a la inflamación persistente de la faringe que está desencadenada o agravada por un alto nivel de estrés sostenido en el tiempo.
El estrés crónico debilita las defensas de nuestro cuerpo y favorece la aparición y persistencia de infecciones e inflamaciones como la faringitis.
En este artículo, exploramos el fenómeno de la faringitis crónica por estrés y cómo hacerle frente con la ayuda del doctor Miguel Mayo Yáñez, especialista en Otorrinolaringología del Hospital San Rafael de A Coruña.
Qué es la faringitis crónica por estrés
La faringitis crónica por estrés es una inflamación recurrente de la mucosa que recubre la faringe, desencadenada o agravada por un elevado nivel de estrés. No es una patología catalogada como tal, sino que hace referencia a la influencia del estrés en la persistencia de la afección.
Los síntomas habituales de la faringitis crónica por estrés son la sensación de sequedad, tos, dolor y dificultad al tragar. En ocasiones, el paciente tiene la sensación de tener un nudo en la garganta, aunque no hay dificultad en la deglución; es lo que se conoce como globo faríngeo.
El globo faríngeo o globo histérico se asocia con frecuencia a los episodios de ansiedad, aunque suele tener más relación con el reflujo faringolaríngeo. «El reflujo faringolaríngeo (RFL) ocurre cuando el contenido gástrico asciende hacia la faringe y la laringe, exponiendo su mucosa a ácidos y enzimas como la pepsina», explica el doctor Miguel Mayo. Este reflujo «causa inflamación crónica, alteración de la barrera mucosa y, en casos severos, daño epitelial», irritando la garganta y dificultando la deglución.
El reflujo faringolaríngeo es, de hecho, una de las causas comunes de la faringitis crónica, junto con el tabaco y los problemas nasales que dificultan la respiración por la nariz y aumentan la mucosidad, como los pólipos o la sinusitis.
Por el contrario, la faringitis aguda, que dura unos días, suele estar provocada por una infección vírica (como una gripe o un resfriado) o bacteriana (sobre todo gracias a la familia de los estreptococos).
En este artículo, nos centramos en los efectos del estrés como desencadenante o agravante de la irritación crónica de la mucosa faríngea: la faringitis crónica por estrés.
Cómo influye el estrés en el dolor de garganta
El estrés es un mecanismo de defensa excelente que pone al cuerpo en alerta máxima para reaccionar en momentos de emergencia. Sin embargo, a largo plazo, «el estrés crónico puede debilitar el sistema inmunológico», explica el doctor Mayo, «aumentando la susceptibilidad a infecciones virales o bacterianas, comunes en la faringitis. Además, promueve la tensión muscular en el cuello y la garganta, reduciendo la capacidad de la mucosa para manejar irritantes o repararse».

De esta forma, es posible desarrollar una faringitis crónica por estrés sostenido, debido a los efectos de este mecanismo en diversos sistemas corporales:
- Sistema inmunitario debilitado. El estrés crónico sobrecarga el sistema inmunitario, de forma que cuando una amenaza se presenta, como una invasión de estreptococos en la garganta, está demasiado débil para combatirla con eficacia. Una forma de faringitis crónica por estrés es la infección bacteriana crónica o recurrente.
- Inflamación crónica. El estrés sostenido eleva los niveles de cortisol en el cuerpo, lo que contribuye a la inflamación generalizada de bajo grado. En este estado de alerta defensiva, la mucosa faríngea es más susceptible de inflamarse con mayor rapidez ante cualquier efecto irritante, y es más probable que la inflamación persista por más tiempo.
- Reflujo faringolaríngeo (RFL). La faringe es el conducto que conecta la boca y la nariz con la tráquea y la laringe, por lo que por ella pasan tanto el aire hacia los pulmones como la comida y bebida hacia el estómago… y viceversa. El estrés puede causar y aumentar el ácido estomacal y afectar al funcionamiento del esfínter esofágico inferior, favoreciendo el reflujo hacia la faringe y la consecuente irritación de la mucosa.
- Problemas respiratorios. Respirar por la boca reseca la mucosa faríngea, favoreciendo su inflamación. La sensación de falta de aire que provoca la ansiedad hace que respiremos más por la boca en lugar de por la nariz. El estrés crónico también termina disminuyendo la calidad del sueño, lo que favorece la respiración bucal durante la noche.
- Sobrecarga muscular. El estado de alerta constante propiciado por la ansiedad y el estrés crónico tiende a generar sobrecargas musculares. La tensión en los músculos del cuello contribuye a incrementar el malestar y dolor causado por la faringitis.
Uno de los aspectos más complicados de la faringitis crónica por estrés es que tiende a retroalimentarse en un círculo vicioso. Como hemos visto, el estrés crónico crea un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de la faringitis. El dolor y las molestias constantes en la garganta durante semanas generan más ansiedad, lo que agrava la sensación de dolor y los síntomas.
El primer paso para aliviar la faringitis crónica por estrés es ser consciente del problema para poder tomar medidas preventivas y de tratamiento de los síntomas.
Cómo curar la faringitis crónica por estrés
La faringitis crónica por estrés no es una patología propia, sino que el estrés actúa como desencadenante o como agravante de la inflamación de la faringe. El primer paso para curar la faringitis crónica es acudir a un médico especialista en otorrinolaringología para determinar la causa específica del problema y diseñar un tratamiento adecuado para el paciente.
Dependiendo del diagnóstico, el especialista médico puede recomendar medicación para tratar enfermedades subyacentes, como reflujo, sinusitis o alergias, por poner algunos ejemplos. Además de analgésicos, antiinflamatorios y descongestionantes para tratar los síntomas agudos del dolor de garganta.
La faringitis crónica por estrés suele afectar más a «personas jóvenes o adultos de mediana edad, expuestas a altos niveles de estrés laboral o emocional», apunta el doctor Miguel Mayo. En su experiencia en consulta, los pacientes con faringitis crónica por estrés «con frecuencia presentan hábitos que agravan la irritación faríngea, como uso excesivo de la voz, consumo de cafeína, tabaco o alcohol, o patrones de sueño irregulares; también pueden coexistir trastornos de ansiedad o depresión».
Por todo ello, en el caso de la faringitis crónica por estrés, es fundamental introducir cambios en los hábitos de vida para controlar la enfermedad, reducir la gravedad de los síntomas y prevenir recaídas.
- Para los fumadores: dejar de fumar. Es la principal causa evitable de la inflamación crónica de faringe, más grave aún en personas con estrés crónico, ya que tienden a fumar más para calmar la ansiedad.
- Reducir el consumo de alcohol. Es otra de las sustancias irritantes de la mucosa faríngea más comunes.
- Evitar ambientes irritantes, muy fríos o secos, con humo o aerosoles en suspensión, así como los cambios bruscos de temperatura.
- Aprender a manejar el estrés. Es más fácil de decir que de hacer, por lo que puede ser buena idea buscar apoyo terapéutico. En general, técnicas de respiración profunda, de meditación, deportes como el yoga o cualquier actividad que te resulte agradable y placentera, pueden ayudar a relajar cuerpo y mente y reducir los niveles de estrés.
- Mantener la garganta hidratada. Es importante beber con frecuencia, pero deben evitarse las bebidas muy frías o muy calientes, así como las muy azucaradas, que también irritan la mucosa de la faringe.
- Ejercicio regular y dieta equilibrada. El deporte y una alimentación nutritiva aportan energía, liberan endorfinas, fortalecen el sistema inmunológico y ayudan a estabilizar y mantener el equilibrio hormonal para mantener el cuerpo y la mente sanos.
Recuerda que, si tienes un dolor de garganta que no remite durante semanas o que reaparece con frecuencia, debes visitar al otorrinolaringólogo para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados. Podría ser síntoma de enfermedades subyacentes que requieren atención médica para atajar problemas mayores.