Cómo aliviar el picor cuando existe una dermatitis por estrés

La irritación, el picor y la hinchazón de la piel son tres de los principales síntomas de la dermatitis por estrés

Las situaciones estresantes pueden manifestarse en la piel mediante la dermatitis por estrés, una afección que provoca hinchazón, picor e irritación del cutis

No solo los ojos son el espejo del alma. La piel también revela nuestro estado anímico y emocional. Y es que los sentimientos negativos pueden pasar factura en el órgano más grande del cuerpo, dando lugar a afecciones como la dermatitis por estrés.

«Dermatitis es una palabra genérica que nos habla de inflamación de la piel. Esta inflamación se puede manifestar de distintas formas. En general, en una dermatitis solemos ver la piel enrojecida, hinchada, frecuentemente con picor o dolor asociados. Otras veces la piel se engruesa, forma costras o pela», detalla Victoria Nespereira, especialista en Dermatología del Hospital San Rafael de A Coruña.

La sensación intensa de picazón, denominada prurito, incita a las personas a rascarse, dando lugar a la aparición de ronchas, inflamaciones o erupciones. Y estos síntomas tan característicos de la dermatitis se ven, a su vez, agravados por la sequedad e irritación de la piel.

Pero, ¿dónde es más frecuente que se manifieste la dermatitis por estrés? Según la doctora Nespereira, esta clase de alteraciones «pueden producirse de forma generalizada, afectar de forma parcheada a todo el cuerpo, o solo encontrarse en determinadas áreas de este frecuentemente afectadas: cuero cabelludo, párpados o pliegues cutáneos (axilas, ingles, zonas flexoras de codos o rodillas…)».

En función de las características que presenta, esta patología puede recibir diferentes nombres: dermatitis atópica, psoriasis, eczema, urticaria… Y cuando los factores emocionales desempeñan un papel clave en su aparición o empeoramiento, podría hablarse de dermatitis por estrés.

Qué es la dermatitis atópica

Existen diversos tipos de dermatitis. El contacto con un agente externo, como determinadas plantas o el níquel, puede dar pie a una reacción alérgica que origina la dermatitis por contacto. La dermatitis seborreica, por su parte, afecta especialmente al cuero cabelludo y a las zonas grasas, causando sarpullidos, costras y caspa. Pero, sin duda, la dermatitis atópica es la más frecuente. Y, dentro de esta categoría, podemos hallar la dermatitis por estrés.

Esta es una enfermedad crónica: aparece por primera vez en la infancia, y suele acompañar a los pacientes durante el resto de su vida. No obstante, es más aguda en los primeros años, y sus síntomas pueden atenuarse a medida que avanza la edad de la persona afectada.

No todo el mundo tiene las mismas probabilidades de padecer dermatitis atópica. Esta patología es relativamente común, por ejemplo, entre las personas que sufren de alergia, asma o rinitis.
Además, hay que tener presente que no es una patología constante. Hay épocas en las que los episodios son más puntuales y de menor gravedad, y momentos en los que las molestias son tan intensas que repercuten de modo directo en la calidad de vida del paciente.

La duración de los brotes tampoco es estándar, sino que varía en función del paciente y de su situación. Mientras que algunos desaparecen al cabo de unos días, otros pueden alargarse durante semanas o meses.

Como hemos visto anteriormente, el picor y la descamación de la piel son dos de los principales síntomas de la dermatitis por estrés. En los picos más agudos, estos se intensifican. Si la persona se rasca de manera agresiva, las ronchas se inflaman y pueden surgir lesiones, llegando a sangrar. Y si estas heridas se exponen a la luz solar durante un tiempo prolongado, podrían aparecer manchas en la piel.

El papel del cortisol

Un sinfín de factores pueden favorecer la aparición de dermatitis. Y el estrés es uno de ellos. Cuando la inestabilidad o el malestar emocional están detrás de la inflamación y el enrojecimiento del cutis, nos encontramos ante la dermatitis por estrés o dermatitis nerviosa.

«El estrés es una reacción de nuestro organismo a una situación que se percibe como de peligro o riesgo, ante la cual se pone en marcha, a modo de defensa, una serie de respuestas a través del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal», explica Victoria Nespereira. La dermatóloga añade que «este eje neuroendocrino es el responsable del aumento de los niveles de cortisol, catecolaminas y neuropéptidos, y la piel no es ajena a estos cambios».

En definitiva, cuando un acontecimiento nos genera agobio o estrés, ya sea por motivos personales, familiares o laborales, el cuerpo entra en estado de alarma y segrega estas hormonas. No en vano, el cortisol es conocido como la hormona del estrés. Y si sus niveles están por encima de la media, desencadena una disminución de colágeno y elastina. Esto provoca que la piel esté más deshidratada, más tirante y más vulnerable a las lesiones, lo que abre la puerta a problemas cutáneos como la dermatitis por estrés.

«Existe una clara interacción por medio de terminaciones nerviosas y receptores hormonales, lo cual genera distintas respuestas cutáneas entre las que podemos encontrar: aumento de la inflamación cutánea, picor, dificultad en la cicatrización de heridas, alteración de la barrera cutánea o supresión inmune», puntualiza la doctora Nespereira.

Entendiendo a fondo la dermatitis por estrés

«El estrés puede participar como un factor desencadenante de distintas enfermedades dermatológicas o ser el causante de brotes o agudizaciones de estas», continúa la especialista en Dermatología, puesto que «existe interacción entre el sistema nervioso, sistema endocrino, sistema inmunitario y las células que conforman la piel».

Al mismo tiempo, el propio estado de ánimo del paciente puede manifestarse a través de reacciones en la piel. Un fenómeno bautizado como somatización, mediante el cual los problemas psicológicos o emocionales se expresan mediante síntomas físicos.

Por esta razón, en los momentos de mayor agobio y ansiedad, los brotes de dermatitis por estrés pueden ser más intensos y frecuentes. A la vez, comprobar un empeoramiento en el estado de la piel puede incrementar los niveles de estrés, iniciando un círculo vicioso del que es difícil huir.

Por otra parte, la piel está expuesta al entorno de modo constante a través de la barrera epidérmica. Y, como analizan diversos estudios y publicaciones, puede producir hormonas del estrés en respuesta a determinados factores ambientales, como por ejemplo la temperatura o la luz ultravioleta.

Sea como sea, la dermatitis por estrés es una realidad. «En una persona con predisposición genética a sufrir alguna enfermedad cutánea los picos de estrés pueden desencadenar brotes de la misma. Por eso, aquellas personas diagnosticadas, a veces desde la infancia, de determinadas patologías como dermatitis atópica o psoriasis sufren agravamiento de su enfermedad en relación con acontecimientos vitales que les producen estrés. Otras no diagnosticadas previamente pueden debutar durante alguno de estos períodos», asegura Victoria Nespereira.

Los corticoides y las cremas hidratantes son muy útiles para combatir la dermatitis por estrés

El tratamiento de la dermatitis por estrés

Convivir con el picor puede convertirse en una verdadera pesadilla. Por este motivo, se han desarrollado una serie de tratamientos orientados a mitigar las manifestaciones de esta patología, aumentando así el bienestar de los pacientes de dermatitis por estrés.

«Para tratar estos síntomas cutáneos disponemos de distintos fármacos que actúan a nivel de la barrera cutánea, el sistema inmune y neuroendocrino. Los más utilizados, los corticoides tópicos y los antihistamínicos por vía oral, actúan disminuyendo la inflamación local y sus síntomas asociados (enrojecimiento, edema o picor)», explica la dermatóloga del Hospital San Rafael.

Aunque estos medicamentos son muy efectivos a la hora de controlar los brotes, debido a sus efectos adversos es conveniente utilizarlos bajo la supervisión de un especialista, que estudie la situación individual de cada paciente y tenga en cuenta las posibles contraindicaciones.

Asimismo, como indica la doctora Nespereira, existen «otras herramientas terapéuticas adyuvantes como las cremas hidratantes, que actúan reparando la barrera cutánea y favoreciendo una curación o una resolución más rápida de los síntomas. Muchas de estas cremas vienen formuladas con calmantes o distintos activos que ayudan a combatir los síntomas más molestos».

Al hidratar la piel se hace frente a la sequedad y se previenen posibles lesiones en el cutis, dado que la persona afectada por dermatitis por estrés se rascará menos.

Otros consejos para aliviar el picor

Pero muchas veces el tratamiento médico no es suficiente para luchar contra la dermatitis por estrés, puesto que no existe una cura definitiva. Por eso es fundamental conocer las principales recomendaciones para disminuir las molestias y eludir la aparición de brotes.

«Es importante señalar que cuidar la piel a diario, prestarle la atención que merece, ayuda a prevenir los síntomas cutáneos del estrés. No será igual la respuesta de una piel intacta, hidratada y protegida, a la de otra que está expuesta a distintos agentes externos como la contaminación ambiental, la radiación solar, o el contacto continuado o el abuso de productos agresivos para la piel, muchos de uso cotidiano, como los jabones o detergentes», subraya la doctora Nespereira.

Por eso, además de hidratar la piel diariamente, es conveniente realizar duchas cortas con agua tibia, usando geles con PH neutro y sin perfumes o limpiadores sin jabón, como Syndet. Y al secarse con la toalla es preferible dar pequeños toques en lugar de frotar la piel para no aumentar la tirantez.

Las temperaturas extremas son malas compañeras: el calor irrita el cutis y el frío potencia la sequedad de la piel. En ambos casos, las personas con dermatitis por estrés sentirán la necesidad de rascarse. Y, por último, hay que prestar atención a la hora de seleccionar la ropa. Es recomendable apostar por materiales transpirables, como el algodón, en vez de tejidos sintéticos que impidan al cutis transpirar, ya que van las prendas van a estar en contacto con la piel de manera continuada.

Cómo acabar con la dermatitis por estrés

Cuando una persona se enfrenta a la dermatitis por estrés, no basta con atacar los síntomas. Es crucial abordar directamente el problema de fondo, como recuerda Victoria Nespereira: «Es importante no perder de vista la causa del proceso, en el caso que nos ocupa, el estrés, y en aquellos casos en los que sea necesario acudir a los especialistas correspondientes que nos ayuden a gestionarlo o ponerle fin».

El primer paso consiste en identificar el motivo responsable del estrés. ¿Qué es lo que está alterando nuestro estado de ánimo? En ocasiones no solo hay una causa, sino que la sensación de agobio y malestar se debe a la suma de un cúmulo de factores.

A continuación, hay que encontrar el modo de solucionar el problema o aprender a lidiar con él de una forma sana para que no mine la salud mental. Por otro lado, es aconsejable tomar medidas para reducir los niveles de estrés: practicar la meditación, iniciarse en el pilates o el yoga, regular los horarios de sueño, seguir una dieta rica y variada… La clave, en definitiva, radica en llevar una vida estable y relajada, cimentada en los buenos hábitos.

Y, como señalaba la especialista en Dermatología, recurrir a un psicólogo puede resultar de gran ayuda en este proceso. A fin de cuentas, estos profesionales cuentan con las mejores armas para aprender a gestionar las situaciones estresantes de manera más saludable.

Si se aúna el tratamiento médico, el estilo de vida sano y la ayuda psicológica, reducir el impacto de la dermatitis por estrés no tiene por qué ser una tarea imposible.