Los tratamientos más eficaces para cada grado de diverticulitis

Los casos graves de diverticulitis pueden tratarse mediante la cirugía laparoscópica

La diverticulitis leve puede combatirse con un tratamiento conservador y cambios en la dieta, pero los casos más graves pueden requerir una intervención quirúrgica

No todas las personas con divertículos tienen diverticulitis. Y no todas las personas con diverticulitis necesitan el mismo tratamiento.

Hay casos de menor gravedad en los que basta con la simple modificación de los hábitos dietéticos y el consumo de antibióticos. Y hay cuadros más severos en los que el paciente no solo tiene que pasar por quirófano, sino que puede acabar con una bolsa de ostomía para recoger las heces.

Sin embargo, antes de explorar las diferentes opciones para combatir esta patología, es preciso comprender qué son los divertículos.

Estas pequeñas bolsas se forman en el colon sigmoide, la parte final del intestino grueso. Aunque, en ocasiones, estas dilataciones también pueden aparecer en el colon descendente o, incluso, en el colon ascendente. Son una especie de hernias de la capa mucosa y submucosa, que se protruyen hacia el exterior del intestino y están recubiertas por la capa serosa.

«Normalmente, los divertículos se generan en pacientes con estreñimiento. También pueden aparecer en personas sin estreñimiento, aunque las dificultades para ir al baño son la causa más frecuente», señala Isabel Vázquez Cajide, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo.

¿Diverticulitis o diverticulosis?

Como mencionábamos al inicio, la mera presencia de divertículos no basta para diagnosticar una diverticulitis. Mientras estos no se inflaman, no se infectan y no causan molestias, simplemente se trataría de una diverticulosis.

«Una parte importante de la población tiene divertículos sin conocerlo. A esto se le llama diverticulosis. Y, si no da problemas, no es necesario hacer nada. Muchas veces se descubren por casualidad durante una colonoscopia o un TAC, pero no se trata de diverticulitis», asegura la doctora del Hospital San Rafael de A Coruña.

Esta condición es muy habitual, especialmente a medida que avanza la edad, ya que los tejidos se debilitan con el paso del tiempo. Según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos, más de un 70 % de las personas mayores de 80 años conviven con diverticulosis. No obstante, se calcula que menos de un 5 % de los casos totales llegarán a desarrollar diverticulitis.

Pero, ¿por qué en algunos casos sí se origina la diverticulitis? Todo depende de si hay o no hay una inflamación o una infección, tal y como explica Isabel Vázquez: «Cuando los episodios de estreñimiento son mantenidos durante varios días, aumenta la presión del colon y aparecen los divertículos, un saquito que se forma en la pared del intestino. Con las heces se puede obstruir, dando lugar a la inflamación del divertículo».

¿Es posible prevenirla? ¿Y cuáles son sus síntomas más frecuentes?

La prevención total de la diverticulitis no es posible puesto que, como comentamos previamente, la edad desempeña un papel fundamental. No obstante, sí que se pueden tomar una serie de medidas para atenuar los factores de riesgo y disminuir las probabilidades de enfrentarse a ella.

«Para evitar la diverticulitis es recomendable llevar una dieta rica en fibra, beber abundantes líquidos e ir bien al baño. Al menos, una vez al día», indica la especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo.

Es imprescindible comprobar con regularidad el estado de las heces, asegurándose de que no son duras. De ahí la importancia de consumir fibra y beber mucha agua: ambas son determinantes a la hora de ablandar las deposiciones.

Por otra parte, además del propio envejecimiento, hay que tener en cuenta la influencia de otros factores que sí es posible modificar, como la obesidad, el consumo de alcohol y tabaco, los abusos de la carne roja, el sedentarismo, las dietas pobres en fibra o la ingesta de ciertos medicamentos que puedan estar asociados con un mayor riesgo de diverticulitis.

¿Y qué hay de los síntomas? Existen un conjunto de manifestaciones que suelen aparecer de manera repentina y pueden alertar al paciente de que está padeciendo una diverticulitis.

«Normalmente se produce dolor en la fosa ilíaca izquierda tras una crisis de estreñimiento. Los signos de alarma son la fiebre, el dolor abdominal intenso y el estreñimiento. En algunas ocasiones se producen rectorragias o diarrea, pero son casos poco habituales», explica la doctora Vázquez.

Pero, en general, cualquier alteración en los ritmos deposicionales debe hacer sospechar al paciente de que hay algo que no va bien, sobre todo si viene acompañada de náuseas o vómitos y de la presencia de sangre en las heces o en el papel higiénico.

La cirugía de diverticulitis consiste en una resección segmentaria del colon por laparoscopia

¿Cómo tratar un caso leve de diverticulitis?

Generalmente, esta enfermedad se diagnostica durante un ataque de diverticulitis aguda. El paciente acude a la consulta médica debido al nivel de dolor que sufre, y los profesionales pueden identificar los divertículos a través de pruebas como la colonoscopia o la tomografía computarizada.

«El tratamiento depende de los grados», subraya Isabel Vázquez. La especialista añade que «si es leve y solo se trata de diverticulitis, se ve en Urgencias, y en la consulta se receta un tratamiento médico conservador. Primero, con una dieta líquida, y posteriormente, con una dieta semiblanda. Los primeros días, esta dieta será pobre en fibra y, una vez el paciente se ha recuperado del episodio, será rica en fibra. Si es leve, el tratamiento también se acompaña con un antibiótico oral».

Durante la dieta líquida que prosigue al alta hospitalaria, el paciente puede alimentarse a base de caldos, infusiones o zumos sin pulpa. A los dos días, podrá incorporar la dieta semiblanda, consumiendo sopas, purés, compotas, yogures o gelatinas. Durante este tiempo, debe evitar los alimentos irritantes, como el té, el café, los dulces, el alcohol o el picante.

Pasados otros dos días, es el turno de dar paso a la dieta baja en fibra: un período de quince días durante los cuales no puede tomar verduras, frutas, hortalizas ni legumbres. Por último, seguirá de forma indefinida una dieta rica en fibra, en la que ya puede priorizar los farináceos, las legumbres, los frutos secos y las frutas, verduras y hortalizas.

Además de las modificaciones dietéticas, el reposo es fundamental para recuperarse tras el episodio. Aun así, es recomendable caminar un poco todos los días e ir retomando las actividades físicas habituales de modo progresivo. Asimismo, hay que cuidar la hidratación, bebiendo un mínimo de dos litros de agua diarios, excepto que exista alguna contraindicación debido a otras afecciones.

Si el paciente experimenta dolor, podrá recurrir al consumo de calmantes o analgésicos. Pero si este es muy intenso y regresan la fiebre, los vómitos o el dolor abdominal, tiene que volver al médico con urgencia.

¿Cómo tratar un caso grave de diverticulitis?

«En la diverticulitis moderada hay que ingresar al paciente en el hospital con un tratamiento antibiótico intravenoso. En los casos más graves, cuando hay una perforación del divertículo o una peritonitis, se interviene al paciente», comenta la doctora del Hospital San Rafael.

Y es que, si bien en muchas ocasiones la diverticulitis no entraña riesgos severos y puede controlarse mediante la dieta y los antibióticos, cabe la posibilidad de que se originen complicaciones que pongan en riesgo la salud del paciente. Complicaciones como el sangrado de los divertículos, la perforación del colon, el absceso (la infección de la cavidad debido al pus) o la peritonitis (la inflamación del peritoneo, una capa delgada de tejido que recubre la pared interna del abdomen).

«La peritonitis es la complicación más grave, y puede acabar en una intervención en la que se hace una resección de la parte enferma y se coloca una bolsa de colostomía» advierte Isabel Vázquez.

En este caso, los médicos deben alterar el tránsito intestinal, extrayendo una parte del intestino grueso a través de una abertura artificial en la pared abdominal denominada estoma. Una técnica practicada después de algunas intervenciones quirúrgicas y con la que se crea una salida alternativa para las heces, que se almacenan en una bolsa pegada a la piel.

Pero, ¿cuál es el criterio para operar a una persona afectada por diverticulitis? La especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo responde que la cirugía programada se emprende «en personas con tres episodios en un año o cinco episodios en dos años».

La cirugía de diverticulitis por laparoscopia

«En el hospital hacemos la resección segmentaria del colon por laparoscopia, realizando una resección del intestino enfermo con cinco cortes pequeños y uniendo de nuevo el intestino», detalla Isabel Vázquez, que lleva a cabo esta operación en el Hospital San Rafael, al igual que su compañero Iván Domínguez.

Una intervención que dura entre una hora y media y dos horas y que, gracias al empleo de técnicas mínimamente invasivas como la laparoscopia, mejora el bienestar del paciente y acelera su recuperación.

Las dimensiones de las incisiones son muy pequeñas, lo que disminuye considerablemente el sangrado y el riesgo de infección. Pero estas no son todas las ventajas. Visiblemente, los resultados son más discretos, y también se reduce la estancia hospitalaria del paciente.

Si la cirugía es programada, a los cinco o siete días puede abandonar el centro y regresar a su hogar. Un plazo que se puede extender hasta los quince días si han surgido complicaciones como la peritonitis, ya que la persona intervenida por diverticulitis tiene que recuperarse de la cirugía intrabdominal.

«Al mes o al mes y medio los pacientes ya están totalmente recuperados. Y con la laparoscopia la reincorporación laboral también es más rápida. Si el trabajo requiere mucho esfuerzo físico es mejor esperar dos meses. Si no, al mes o al mes y medio ya se puede trabajar de nuevo», comenta la doctora Vázquez.

Un mes durante el cual el paciente va restaurando la alimentación de manera progresiva. En este período, los profesionales realizan un seguimiento muy estrecho para monitorizar su evolución, efectuando un TAC en la primera consulta tras la cirugía y una serie de colonoscopias de forma periódica.

Independientemente de la gravedad de la diverticulitis, el Hospital San Rafael de A Coruña les ofrece a las personas afectadas un tratamiento integral que da respuesta a su dolor. Y el equipo de especialistas del centro las acompaña de la mano desde el momento del diagnóstico hasta las revisiones del postoperatorio.