Mantienen en pie los muebles y sujetan los cuadros. ¿Por qué no iban a servir los tornillos para fijar la columna vertebral? Aunque el cuerpo humano es mucho más delicado, el objetivo es el mismo. De hecho, la operación lumbar con tornillos ya es una práctica muy extendida en los quirófanos.
Esta técnica se emplea para remediar problemas muy severos en la espalda. Problemas que no solo suponen un peligro considerable para la salud de los pacientes, sino que les provocan unos niveles de dolor que, en muchos casos, resultan intolerables.
Habitualmente, tras el diagnóstico de la patología en cuestión, los médicos tratarán de paliar las molestias mediante la fisioterapia o la medicación. Si esto no surte efecto, es frecuente apostar por las infiltraciones en la espalda o por la radiofrecuencia. Pero, en ocasiones, esto tampoco es suficiente.
«Si fracasan los tratamientos conservadores y el paciente sigue con dolor le ofrecemos la cirugía para solucionar el problema. Se trata de la artrodesis instrumentada lumbar, es decir, poner tornillos en la parte posterior de la columna», señala Juan Álvarez de Mon Montoliu, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología.
Este procedimiento descrito por el cirujano del Hospital San Rafael de A Coruña, que se sirve de la zona lumbar como canal de acceso al área afectada, es el método más popular.
La operación lumbar con tornillos, conocida también como artrodesis vertebral, tiene una meta clara: acabar con el movimiento de las vértebras para aliviar el dolor que experimentan las personas.
Para conseguirlo, se duerme al paciente utilizando anestesia general. A continuación, el cirujano procede a introducir un injerto óseo en la zona afectada. Esta fusión ósea logrará unir las vértebras, impidiendo el movimiento en las articulaciones. Pero este hueso fijo también podría desplazarse. ¿Cómo asegurar su inmovilidad?
Los médicos colocan una serie de barras y tornillos para fijar el injerto, que le permiten sanar por completo y evitan el movimiento de las vértebras, aportando estabilidad. Generalmente, estos tornillos permanecen en la espalda toda la vida, y no se retiran a menos que causen molestias en las articulaciones o en los músculos.
Algunas veces, los injertos proceden de otra parte del cuerpo, como los huesos de la pelvis, produciéndose así un autoinjerto. Pero también pueden provenir de un donante externo a través, por ejemplo, de un banco de huesos. En este caso, se trataría de un aloinjerto. Por último, también se podría usar hueso artificial para fijar las vértebras y llevar a cabo la operación lumbar con tornillos.
No todas las patologías de espalda desembocan inevitablemente en una operación lumbar con tornillos. Este procedimiento se suele emplear cuando la inestabilidad o la degeneración de las vértebras es muy importante, y la lumbalgia repercute de manera notable en la calidad de vida del paciente.
Por consiguiente, se practica en muchas personas con fracturas vertebrales, como aquellas derivadas de un traumatismo, o en personas con estenosis de canal lumbar, que tienen un estrechamiento en el canal raquídeo, aquel que conecta las cervicales con las lumbares.
También es común recomendárselo a pacientes con artrosis vertebral (la degeneración de las articulaciones de la columna), con espondilolistesis (el desplazamiento de una vértebra), con escoliosis severa o con una hernia discal recurrente.
Al tratarse de una operación de gran complejidad, es crucial confiar en profesionales cualificados, con habilidad en esta clase de intervenciones. En el pasado, algunas cirugías no resultaban exitosas. En otras era habitual la aparición de complicaciones, ya sea debido a infecciones, a lesiones en los nervios o a dificultades del propio injerto óseo para integrarse. Y, otras veces, a pesar de que el injerto se fusionase con normalidad, el dolor no remitía del todo tras la operación lumbar con tornillos.
Por estas razones, una cantidad muy significativa de personas se resistía a pasar por quirófano, viéndose obligadas a convivir con el dolor. Por suerte, los avances tecnológicos dieron un golpe en la mesa, determinados a cambiar las tornas.
«Hoy en día contamos con el apoyo de un sistema de navegación. Nos guía como un GPS a través de los pedículos, la zona de la vértebra por la que introducimos los tornillos. Este sistema aumenta la seguridad, la eficacia y el acierto a la hora de poner el tornillo, evitando complicaciones y el daño en los nervios», asegura Juan Álvarez de Mon.
Antes, la operación lumbar con tornillos era muy agresiva: los médicos realizaban incisiones de gran tamaño y empleaban múltiples separadores para apartar los tejidos, pues necesitaban un amplio campo de visión para poder maniobrar.
Pero, como explica el especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología, «los tornillos se pueden poner por vía abierta convencional o por vía percutánea». Y es esta segunda opción la que Álvarez de Mon pone en práctica en el Hospital San Rafael de A Coruña, acompañado por el doctor Juan Castro Toral.
«Cuando se emplea la vía percutánea existe un menor riesgo de sangrado, un menor riesgo de infección y una mayor tasa de éxito, porque no hay que inestabilizar tanto la columna» añade el cirujano. Unas ventajas que también caracterizan a la vía semiabierta, aquella que utiliza un sistema de navegación. Otro de los métodos que se llevan a cabo en el hospital coruñés.
«El apoyo del sistema de navegación hace la intervención más segura para el paciente, pues no se necesita radiación», comenta Álvarez de Mon sobre esta técnica, que también es menos invasiva que la convencional.
¿Cómo es esto posible? Ahora, los médicos encargados de la operación lumbar con tornillos realizan un TAC previo, mediante el cual obtienen imágenes muy detalladas sobre el estado de la columna. Posteriormente, introducen los resultados de esta tomografía axial computarizada en el sistema. El software lee la información y se encarga de guiar a los cirujanos a través de las vértebras con un nivel de precisión formidable. Y es que no solo les indica el tamaño y el diámetro del tornillo, sino que también les muestra la ubicación y la posición exactas en las que colocarlo.
De este modo, no es necesario realizar TACs durante la propia intervención. Esto incrementa la seguridad de todos aquellos presentes en la sala durante la operación lumbar con tornillos, ya que tanto el paciente como el personal médico reciben menos radiación.
Además, como el tamaño de las incisiones es más reducido, la persona intervenida sangra menos, y sus tejidos reciben menos daños. En consecuencia, se acelera el tiempo de recuperación, otra de las grandes ventajas de realizar la operación lumbar con tornillos mediante procedimientos mínimamente invasivos.
«Con el sistema de navegación de Brainlab la duración de la cirugía suele ser de una hora y media. El mismo día, el paciente empieza a caminar. Tan solo se necesitan dos o tres días de ingreso hospitalario. Y la recuperación global se produce a los tres o seis meses posteriores», precisa Álvarez de Mon.
Unas cifras que suponen una mejoría muy significativa con respecto a los métodos convencionales. Y, actualmente, se están haciendo esfuerzos para lograr combinar los beneficios del sistema de navegación con el abordaje por vía percutánea, lo que mejoraría todavía más la experiencia del paciente.
La implementación de tecnologías punteras ha traído consigo un incremento del total de personas que deciden pasar por una operación lumbar con tornillos. Y es que todo el mundo quiere decir adiós a los problemas de espalda. Pero quieren despedirse de forma segura.
«En la Unidad de Espalda del Hospital San Rafael apostamos por técnicas menos invasivas. Esto ha aumentado el volumen de pacientes que se someten a cirugías para solucionar problemas a nivel lumbar, pues hay menos morbilidades y menos complicaciones quirúrgicas», detalla el doctor Álvarez de Mon.
El trabajo de este equipo, encabezado por Juan Castro Toral, ha logrado que más y más personas se animen a someterse a cirugías para solucionar sus problemas de columna. A fin de cuentas, la implantación de los sistemas de navegación ha elevado la tasa de éxito y la seguridad de estas intervenciones.
Los expertos que conforman esta área, entre los que se encuentra Juan Álvarez de Mon, acumulan ya un expertise de gran valor en este tipo de técnicas. El doctor estima que, desde verano del 2022, cuando se inauguró el nuevo sistema, ha realizado cerca de 20 cirugías. «Y sin el sistema muchísimas más. Llevamos años operando con tornillos, y hacemos entre 80 y 100 cada año», afirma.
Esta destreza, unida a la constante incorporación de los medios más avanzados, hace posible que cada vez más personas puedan dejar atrás el dolor de espalda.