
La operación de hernia discal se aconseja cuando existen síntomas graves y recurrentes que no remiten con medicación y fisioterapia
Las hernias discales son una de las patologías de la espalda más comunes entre la población. Afectan más frecuentemente a la región lumbar, pero también son habituales en la zona cervical.
Por lo general, el dolor y la debilidad que causan pueden solventarse con medicación y buenos hábitos, sin necesidad de recurrir a cirugía. Para los casos más graves o recurrentes, una operación de hernia discal puede ser la solución definitiva.
En los últimos años, la introducción de técnicas mínimamente invasivas, soporte robótico y nuevos métodos anestésicos han cambiado radicalmente la operación de hernia discal. Ya no es preciso pasar horas en quirófano y semanas en cama, sino que el paciente puede salir caminando del hospital a las 6 horas de la intervención.
El tratamiento quirúrgico de la hernia de disco varía en función del tipo de hernia y las circunstancias específicas del paciente. En este artículo, exploramos las cirugías empleadas en la operación de hernia discal con el asesoramiento del doctor Juan Álvarez de Mon, jefe de la Unidad de Cirugía de Columna Mínimamente Invasiva del Hospital San Rafael de A Coruña.
¿Qué es una hernia discal?
Una hernia discal es la protrusión de un disco intervertebral aplastado que sobresale de entre las vértebras. La parte herniada puede presionar una raíz nerviosa y causar debilidad y dolor irradiado a las extremidades.
Los discos actúan como amortiguadores flexibles entre los huesos de la columna vertebral. Con la edad, se desgastan y pierden elasticidad y resistencia, favoreciendo el desarrollo de hernias, sobre todo a partir de los 30 años.
Otras causas habituales tras las hernias discales son los esfuerzos repetitivos propios de ciertos trabajos de alta exigencia física, así como las lesiones por traumatismos y, cada vez más, la mala higiene postural. Las largas horas sentados (y encorvados) frente al ordenador pasan factura a la espalda.
Los síntomas comunes de hernia discal incluyen dolor lumbar o cervical que puede irradiar hacia las piernas o los brazos, respectivamente; sensación de hormigueo en las extremidades afectadas; y debilidad muscular.
Las hernias discales no siempre causan dolor o es manejable, por lo que muchas personas tienen discos herniados sin saberlo. Cuando los síntomas se hacen notar, es recomendable acudir al médico, ya que existen numerosas opciones de tratamiento y no es necesario vivir con dolor.
Lumbar y cervical: las hernias más comunes
La hernia discal se puede producir en cualquier parte de la columna vertebral, pero la gran mayoría ocurren en la zona lumbar. Específicamente, en las vértebras lumbares 4 y 5 (hernia discal L4-L5) y la lumbar 5 y el sacro (hernia discal L5-S1).
Esta es la zona que más tensión y peso soporta en el cuerpo humano, por lo que es más propensa al desgaste y las lesiones. Sobre todo, si la musculatura está debilitada o se somete a movimientos repetitivos o sobreesfuerzos.
La hernia cervical, aunque menos frecuente, también es bastante común. La zona del cuello, debido a su mayor movilidad y menor soporte muscular, es particularmente sensible al desarrollo de hernias de disco. Mucho menos habitual, aunque posible, es la hernia torácica.
Todas estas patologías pueden tratarse, potencialmente, con una operación de hernia discal empleando, en la gran mayoría de los casos, técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas. Sin embargo, la cirugía no es la primera opción para tratar las hernias discales.
¿Cuándo es necesario realizar una operación de hernia discal?
La operación de hernia discal se recomienda en menos del 5% de los casos, cuando el paciente presenta síntomas graves de hernia discal que no remiten con medicación y fisioterapia. Está especialmente indicada cuando se comienza a observar daño nervioso por compresión del disco herniado.

La mayoría de los pacientes en crisis aguda de dolor, se recuperan en 2-4 semanas con un tratamiento conservador con analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares y fisioterapia. En los casos con sintomatología más intensa, se pueden realizar infiltraciones en la espalda para controlar el dolor.
Para evitar la reaparición de los síntomas a medio y largo plazo, es fundamental mantener una buena higiene postural, controlar el peso y la dieta, y realizar ejercicio de forma habitual para fortalecer la musculatura.
Si los síntomas no remiten después de 2 a 3 meses de tratamiento conservador, es momento de valorar la opción de una operación de hernia discal para intervenir directamente sobre el disco herniado.
¿Cómo es la operación de hernia discal con cirugía mínimamente invasiva?
A día de hoy, la operación de hernia discal se realiza casi siempre con técnicas mínimamente invasivas. En el Hospital San Rafael de A Coruña, el 70% de las intervenciones de columna se hacen con cirugía miniinvasiva; concretamente, mediante cirugía endoscópica de columna.
En la cirugía de columna tradicional (o abierta), se realiza una gran incisión para abrir la espalda, dañando piel y músculos, hasta ver y trabajar directamente sobre el disco dañado.
La cirugía endoscópica de columna permite realizar la misma operación de hernia discal introduciendo una cámara y el instrumental a través de dos o tres incisiones de 7 milímetros, reduciendo al mínimo el daño a los tejidos, el sangrado y el riesgo de complicaciones.
La realización de la intervención de hernia discal utilizando la cirugía endoscópica mínimamente invasiva permite extraer la hernia discal con mayor precisión y en pacientes de alto riesgo que, de otra forma, no serían candidatos a cirugía o tendrían que ser operados con cirugía abierta. Por ejemplo, «personas de avanzada edad o con comorbilidades como obesidad, diabetes, hipertensión o problemas cardíacos», recalca el doctor Álvarez de Mon.
La operación de hernia discal con técnicas mínimamente invasivas puede realizarse con el paciente despierto bajo anestesia local, gracias a los avances en Anestesiología de los profesionales del Hospital San Rafael de A Coruña, pionero en el área.
Técnicas miniinvasivas para hernias discales
En cuanto al tipo de intervención, la discectomía endoscópica para retirar la parte dañada del disco es la técnica más empleada en la operación de hernia discal L5-S1 y en hernias lumbares en general, así como en las torácicas.
Otra opción es la artrodesis lumbar instrumentada, que consiste en retirar el disco lesionado y fijar las dos vértebras afectadas con un injerto óseo y con tornillos para dar estabilidad a la columna.
El mismo procedimiento, en las hernias cervicales, se conoce como artrodesis cervical anterior, cuando se realiza por la parte lateral delantera del cuello, y posterior, por la trasera. Se prefiere la anterior porque es menos invasiva.
Las hernias cervicales, por lo general, se intervienen mediante una artroplastia para extraer el disco dañado y sustituirlo por una prótesis que suple la función de amortiguación intervertebral.
Existen otras técnicas quirúrgicas que pueden ser interesantes dependiendo de las condiciones particulares del paciente. Para recibir el mejor tratamiento, es fundamental contar con el asesoramiento de un equipo multidisciplinar con amplia experiencia y la última tecnología, como el que forma la unidad de Cirugía de Columna Mínimamente Invasiva del Hospital San Rafael de A Coruña.
Beneficios y riesgos de la operación de hernia discal miniinvasiva
La operación de hernia discal con cirugía miniinvasiva tiene dos grandes beneficios para el paciente respecto a la cirugía abierta: es mucho menos dolorosa y el tiempo de recuperación es realmente corto.
Al hacer pequeñas incisiones en lugar de un gran corte, el daño al cuerpo es mucho menor y el dolor es fácilmente manejable con analgésicos, remitiendo a los pocos días.
Con cirugía abierta, el paciente debe permanecer ingresado varios días y reposar en cama durante semanas. Con cirugía endoscópica, sale del hospital caminando y sin dolor el mismo día de la operación de hernia discal y puede incorporarse al trabajo en pocas semanas.
Como toda intervención quirúrgica, no está exenta de riesgos. Sin embargo, el uso de técnicas mínimamente invasivas reduce el riesgo de infección y hemorragias al evitar grandes incisiones y heridas abiertas.
El uso de anestesia local también disminuye los riesgos de sufrir daños nerviosos, como apunta el doctor Álvarez de Mon: «Durante la intervención, podemos monitorizar el daño neurológico que puede tener el paciente, ya que podemos pedirle que mueva el pie o la rodilla e identificar si sufre daño nervioso».
Un pequeño porcentaje de los pacientes que se someten a una operación de hernia discal no nota mejoría tras la intervención y deben volver a pasar por quirófano. Esto suele ocurrir por un mal diagnóstico o por la falta de experiencia del cirujano. Por ello, es imprescindible ponerse en manos de un equipo experto y no dudar en hacer todas las preguntas necesarias para entrar en quirófano con confianza.