Diabetes gestacional, preeclampsia, aborto espontáneo… La obesidad en el embarazo puede desencadenar una serie de complicaciones, tanto para la madre como para el bebé
Ningún embarazo está exento por completo de las complicaciones obstétricas. El incremento de la presión arterial, las infecciones, la depresión o la diabetes gestacional afectan a infinidad de mujeres durante la gestación. Pero cuando el peso de la madre es muy elevado, la probabilidad de enfrentarse a estos problemas se dispara. Y es que la obesidad en el embarazo no es una buena compañera de viaje.
Por regla general, para calcular la obesidad se emplea el índice de masa corporal, una fórmula que aboga por dividir los kilogramos de peso entre los metros de altura al cuadrado. Si el resultado es superior a 25, se considera que la persona padece sobrepeso. Si es mayor que 30, entraría en la categoría de obesidad. Todo lo que se aleje del normopeso ya supone un incremento del riesgo, pero el peligro aumenta significativamente a partir de esta última cifra.
Lo más conveniente para las personas con obesidad que desean tener hijos es seguir un tratamiento previo de pérdida de peso, tal y como señala Iván Domínguez, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo: «Lo ideal sería siempre programar el embarazo, asociado a un previo condicionamiento corporal o dieta que nos acerque al normopeso».
No obstante, si no se ha logrado perder peso antes de la concepción, resulta crucial acudir a la consulta médica para evaluar los posibles riesgos de la obesidad en el embarazo. Allí, los profesionales de la salud podrán vigilar de cerca la situación para cerciorarse de que todo está en orden y recomendar las medidas más oportunas con el objetivo de garantizar el bienestar de la madre y del bebé.
¿Cómo afecta la obesidad en el embarazo a la madre?
La diabetes gestacional es, sin duda, uno de los problemas más frecuentes. Este tipo de diabetes afecta a aquellas mujeres que no padecían esta enfermedad previamente, y suele aparecer a mitad del embarazo. En ocasiones, una dieta saludable y la práctica de ejercicio físico son suficientes para mantenerla bajo control. Otras veces, sin embargo, es necesario administrar insulina, ya que el cuerpo no produce la cantidad suficiente de esta hormona.
Esta patología puede provocar que el bebé nazca con un tamaño superior a la media, obligando a los médicos a realizar una cesárea, con los riesgos que esta conlleva, como las posibles infecciones de la herida o las complicaciones postparto.
Otro de los peligros asociados a la obesidad en el embarazo es la preeclampsia. Esta afección, que también surge a mitad del embarazo, se debe a una elevación de la presión arterial y la pérdida de proteínas a través de la orina. En los cuadros más graves, órganos como el hígado o los riñones se pueden ver afectados, dando lugar a complicaciones muy serias, como un parto prematuro o incluso la muerte.
Además de incrementar el riesgo de padecer problemas cardíacos como consecuencia de la sobrecarga, la obesidad en el embarazo podría empeorar considerablemente la apnea obstructiva del sueño. Las personas con esta patología sufren una obstrucción de la vía aérea superior al dormir, lo que provoca breves interrupciones en la respiración que culminan en un microdespertar. Por este motivo, como alerta el doctor del Hospital San Rafael de A Coruña, es conveniente «hacer un estudio respiratorio antes del embarazo» y, en caso de que sea necesario, se debe «acudir al neumólogo para iniciar un tratamiento con CPAP».
Por último, la obesidad en el embarazo también eleva el riesgo de aborto espontáneo y de muerte fetal intrauterina, especialmente a partir de las 20 semanas.
¿Cómo afecta la obesidad en el embarazo al bebé?
El exceso de grasa corporal no solo repercute negativamente en la madre. El bebé que se halla en su interior también se expone a más problemas de salud.
Estos niños y niñas tienen muchas más probabilidades de enfrentarse a trastornos congénitos, problemas cognitivos, problemas de crecimiento, asma infantil, obesidad infantil e, incluso, retrasos en el desarrollo.
Por otra parte, es bastante frecuente que, en el momento del nacimiento, su tamaño sea notablemente sea superior al de la media. Esto se conoce como macrosomía fetal, y se diagnostica cuando el peso del bebé supera los cuatro kilos.
Es importante recordar, además, que el seguimiento ecográfico es mucho menos específico que en las pacientes con normopeso. Las mujeres con obesidad tienen más grasa y sus tejidos abdominales son más gruesos, lo que interfiere en la eficacia de la ecografía fetal, una prueba que se suele realizar en la semana 20 de embarazo. Como las ondas no penetran con facilidad, es común que se produzcan tallajes erróneos del bebé.
¿Cómo tener un embarazo sano siendo obesa?
Hay una incógnita que ronda la mente de todas las mujeres que sufren obesidad en el embarazo: ¿es posible tener un embarazo sano a pesar del alto peso?
El doctor Domínguez tiene la respuesta: «Sí, es posible, pero se precisa un seguimiento más cercano por parte del ginecólogo y del endocrino, asumiendo los riesgos que puedan tener por su condición».
Para mejorar todo lo posible su estado de salud y el del bebé, es aconsejable implementar una dieta saludable, controlada siempre por un nutricionista, que evite el aumento exponencial del consumo de alimentos. Asimismo, hay que realizar actividad física moderada, mantenerse alejada del alcohol y del tabaco y acudir con cierta regularidad a la consulta médica para comprobar que todo va bien.
Existe también otra pregunta muy repetida: ¿es posible adelgazar durante el embarazo? Como sostiene el facultativo, realmente «se busca un control metabólico más que un adelgazamiento. Se busca mantener el peso, no comenzar una dieta que no aporte suficientes nutrientes para la maduración del bebé, realizando controles de glucemia y controles tensionales de la madre».
Todo ello, bajo un seguimiento muy cercano por parte de los profesionales de la salud, como se hace en el Hospital San Rafael de A Coruña.
¿Va a tener obesidad el bebé?
Esta es, indudablemente, otra de las dudas más compartidas por las mujeres con obesidad en el embarazo. Cuando uno o ambos progenitores tienen sobrepeso u obesidad, es habitual que se pregunten cómo puede influir eso en el estado de salud de su hijo o hija.
«La obesidad tiene una clara relación con el componente genético», asegura Iván Domínguez, y añade que «lo importante es saber que la carga genética no se puede modificar, por lo que hay que tomar medidas conservadoras desde el punto de vista higiénico-dietético desde el nacimiento, con un control más cercano».
A pesar de que la obesidad es una enfermedad multifactorial, diversos estudios calculan que su heredabilidad oscila entre el 50 % y el 70 %. Por esta razón, las probabilidades de que el bebé padezca sobrepeso u obesidad en el futuro son muy elevadas. Y de ahí la importancia de implementar hábitos saludables desde el primer día.
De todas formas, para maximizar el bienestar de la madre y del bebé, lo más recomendable es tratar la obesidad antes del embarazo. Existen muchas fórmulas para conseguirlo, desde la dieta y el ejercicio hasta los fármacos, los procedimientos endoscópicos o la cirugía bariátrica, programando el embarazo cuando ya se ha completado la recuperación.
Un abanico de tratamientos que se ofrecen en el Hospital San Rafael de A Coruña y que ayudan a las pacientes a alcanzar su peso ideal para tener un embarazo más sano y seguro.