Las pruebas de diagnóstico por imagen como la TC en el cáncer de pulmón permiten detectar los tumores en un estadio temprano, cuando los pacientes todavía no experimentan síntomas
¿Hay alguna manera de aumentar la esperanza de vida de las personas afectadas por el cáncer más mortal? Recurrir a la TC en el cáncer de pulmón puede ser clave para obtener un diagnóstico precoz cuando esta enfermedad aún no está muy avanzada. Un adelanto decisivo que se traduce en un incremento de las posibilidades de curación.
Las más de 1,8 millones de defunciones a nivel mundial durante el año 2020 lo erigieron como el tipo de cáncer que más fallecimientos provoca, con una diferencia cercana al millón con respecto al segundo puesto. Los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud también lo sitúan como el segundo más diagnosticado, con más de 2,2 millones de casos nuevos, tan solo por detrás del cáncer de mama.
Y España no es una excepción. La Sociedad Española de Oncología Médica calcula que en el 2022 se registraron en nuestro país más de 30.000 diagnósticos y cerca de 20.000 decesos. La mayoría de ellos, hombres.
«El cáncer de pulmón era un diagnóstico raro a principios del siglo XX, pero debido a la introducción del tabaco en nuestra sociedad, llegó a convertirse a mitad de siglo en una de las causas más frecuentes de cáncer y es, actualmente, la primera causa de muerte por cáncer en EEUU», sostiene Gabriela Tirapu, especialista en Diagnóstico por Imagen.
El retraso en el diagnóstico es uno de los grandes responsables de esta tasa de mortalidad tan elevada. Y es que en la mayoría de los casos los síntomas iniciales son superponibles a los de una broncopatía crónica, habitual en pacientes fumadores, por lo que el tumor es detectado en estadios avanzados, no siendo posible un tratamiento curativo.
Los esfuerzos de la comunidad médica y científica se dirigen, por tanto, a adelantar el diagnóstico todo lo posible. Y aquí entra en escena la TC en el cáncer de pulmón, una técnica que permite identificar esta enfermedad en personas que, a pesar de pertenecer a grupos de riesgo, todavía no experimenten ningún síntoma de alarma.
La TC en el cáncer de pulmón
La TC, también conocida como tomografía axial computarizada o escáner, es una de las pruebas de diagnóstico por imagen más habituales. En ella, el paciente se acuesta en una camilla y alrededor de él gira una estructura en forma de rosca que emite rayos X, y está conectada a un ordenador, generando imágenes muy detalladas de los pulmones.
Este procedimiento es completamente indoloro y no supera medio minuto de duración. Además, el radiólogo reformatea las imágenes, mostrando con precisión las dimensiones, la forma y la posición de los posibles tumores, así como su relación con las estructuras vitales, que permite categorizar al tumor en estadios según su extensión, pudiendo orientar también si existe o no agrandamiento ganglionar sospechoso.
Esto incrementa de modo considerable la detección de lesiones pequeñas en comparación con la radiografía. Como explica la doctora Tirapu, es «un método de screening que trata de ofrecer al paciente el mayor beneficio (diagnóstico certero de cáncer) con el menor riesgo posible. La radiografía de tórax, aunque radia menos, no ‘ve’ tumores pequeños y muchas veces se llega tarde al diagnóstico».
La radiación tiene sus riesgos y, en exceso, puede terminar generando problemas de salud a largo plazo, entre los que puede hallarse el cáncer. Por este motivo, la TC en el cáncer de pulmón se realiza con dosis de radiación muy baja, siguiendo el principio ALARA (as low as reasonably posible). Especialmente cuando se ponen en marcha varias TC, durante años, para controlar el tamaño de los nódulos pulmonares visibles en un primer screening. Un principio que ponen en práctica todos los expertos del equipo de Diagnóstico por Imagen del Hospital San Rafael de A Coruña.
«La TC (o coloquialmente escáner) que se plantea para el cribado no es la que se hace normalmente, sino que se ajustan parámetros que hacen que la dosis se module según las características de cada paciente, de forma que sea la mínima necesaria para realizar un diagnóstico adecuado, pudiendo detectar tumores de escasos milímetros, algo impensable en una radiografía», afirma Gabriela Tirapu, y añade que «en principio, no se necesita administrar contraste intravenoso, con lo que el riesgo para el paciente se minimiza».
¿Quién se somete a la TC en el cáncer de pulmón?
El objetivo de la TC en el cáncer de pulmón es simple: diagnosticar esta enfermedad en las fases iniciales, cuando tiene más posibilidades de curación. Pero, ¿en qué personas se realiza el cribado?
«En el caso del cáncer de pulmón, el factor determinante, más que los antecedentes familiares, es si ha existido o no hábito tabáquico», comienza la doctora Tirapu. Y es que esta clase de pruebas de detección no solo se llevan a cabo cuando los síntomas pueden revelar la presencia de un tumor maligno, donde se haría una TC de dosis normal y posiblemente con contraste intravenoso, sino que, con la intención de anticiparse a esta patología, se recomiendan en todas aquellas personas de algo riesgo, asintomáticas o muy poco sintomáticas.
«La TC de tórax de baja radiación está dirigida fundamentalmente a pacientes entre 55 y 80 años, fumadores activos o que hayan dejado de fumar hace menos de 15 años, y que fumen o fumasen más de 20 o 30 paquetes-año», comenta la especialista en Diagnóstico por Imagen.
¿Qué significa esta medida? Un paquete-año equivale a fumar un paquete de veinte cigarrillos al día durante un año. Es decir, si se fuma medio paquete diario, un paquete-año corresponde a dos años naturales. Por la contra, si se fuman dos paquetes diarios, un paquete-año se traduce en tan solo seis meses.
Este es el tipo de paciente en el que es conveniente realizar esta prueba radiológica. En el caso de diagnosticar un cáncer de pulmón en estos pacientes de riesgo, se pasaría a realizar una TC más extensa, con contraste intravenoso, para determinar la extensión de la enfermedad, prueba también disponible en el Hospital San Rafael. De esa manera, el paciente puede beneficiarse de una serie de tratamientos según la extensión de su enfermedad y hacerse seguimientos tomográficos pautados para valorar la respuesta de la enfermedad.
Sin embargo, en determinadas ocasiones esta prueba puede generar falsos positivos, indicando por error que existe un cáncer cuando, en realidad, no lo hay. En los casos donde los hallazgos tomográficos son sospechosos, es frecuente que se complete el estudio con un PET o una biopsia, llegando así a un diagnóstico certero.
¿Es verdaderamente eficaz la TC en el cáncer de pulmón?
El estudio NELSON, realizado a caballo entre Bélgica y Países Bajos, se inició en el año 2003 con el fin de comprobar la efectividad de este procedimiento. Sus conclusiones dejan escaso lugar a dudas, pues demostró que la TC en el cáncer de pulmón es una herramienta de detección eficaz, reduciendo la mortalidad a 10 años en los fumadores o exfumadores de alto riesgo de entre 50 y 75 años. En los hombres esta disminución alcanza el 26 %, mientras que en las mujeres esta cifra es todavía mayor.
Ahora bien, ¿hay otras maneras de adelantarse a esta afección y mitigar el riesgo? La prevención es indispensable. El tabaquismo es responsable de un gran porcentaje de los casos, por lo que abandonar el hábito tabáquico o no empezar a fumar es el modo más efectivo para evitar padecer cáncer de pulmón.
Asimismo, es conveniente evitar otros factores de riesgo que influyen en menor medida, como la exposición a asbesto (x5) y el contacto ocupacional con uranio, radón arsénico, cromo…
Los tratamientos del cáncer de pulmón
En la actualidad, la cirugía es la mejor opción terapéutica para un paciente con cáncer de pulmón, y puede conllevar la curación de la enfermedad. Esto sólo es posible en estadios precoces, de ahí la importancia del screening. Hay ocasiones en los que es necesario realizar un tratamiento quimioterápico previo a la cirugía para tratar de reducir el tamaño del tumor y conseguir extirparlo en su totalidad, disminuyendo la posibilidad de que reaparezca en el lecho quirúrgico.
En función del tamaño del tumor, esta cirugía puede limitarse a una resección en cuña (se extrae una parte pequeña del pulmón) o llegar a necesitar una neumonectomía (se extrae el pulmón entero). Aun así, antes de toda cirugía, los neumólogos valoran mediante una espirometría una serie de parámetros que predicen si el paciente tendrá una calidad de vida aceptable, respiratoriamente hablando, después de la cirugía. Este factor es determinante ya que, en medicina, no hay soluciones estándar o únicas, sino que cada caso se individualiza dado los riesgos intra- y post-operatorios que conlleva.
La radioterapia, una técnica que utiliza ondas de alta energía para acabar con las células cancerosas, es otra de las opciones terapéuticas más frecuentes. Este tratamiento puede aplicarse antes o después de la cirugía, y es habitual combinarlo con la quimioterapia.
Por último, es posible apostar por la inmunoterapia, que trata de estimular el sistema inmunitario mediante los fármacos. Su principal objetivo consiste en impedir que las células cancerosas se escondan detrás de proteínas, de forma que las células del sistema inmune del paciente puedan encontrarlas y luchar contra ellas.
El programa de detección del Hospital San Rafael
«Desde el punto de vista de Radiología, el hospital dispone de una TC con un protocolo específico para cribado de cáncer de pulmón, que cumple los requisitos de baja dosis establecidos por las principales sociedades científicas. Además, contamos con un Servicio de Neumología y Cirugía Torácica con especialistas destacados que pueden ofrecer un abordaje integral de esta patología», explica Gabriela Tirapu.
En el centro coruñés, todos los expertos que componen los equipos multidisciplinares trabajan en sintonía para desarrollar un tratamiento adecuado que mejore todo lo posible el bienestar del paciente, especialmente cuando se trata de enfermedades tan amenazadoras.
«El cáncer es un problema que preocupa mucho a nuestros pacientes. Da miedo, pero con un diagnóstico precoz puede curarse. También me parece importante advertir que con esta prueba se diagnostican con mucha frecuencia nódulos a los que no podemos poner nombre, les llamamos inespecíficos porque no se puede concretar qué son. Esto no debe inquietar a los pacientes. Hay veces que neumonías, inflamaciones o secreciones dejan pequeños nódulos o cicatrices en el pulmón. Por eso hacemos controles de TC, que se pueden alargar durante 5 años, para ver que no crecen y poderlos distinguir de un posible cáncer de pulmón», concluye la doctora Tirapu.
Este programa de detección, basado en la TC en el cáncer de pulmón, consigue brindar una tranquilidad muy valiosa a las personas de alto riesgo de cáncer de pulmón que se someten regularmente a estas pruebas. Y que, en el caso de resultar positivas, proporcionan una ventaja a nivel de tiempo que es decisiva para la curación.