Crisis epilépticas: Tipología y recomendaciones de actuación

Las convulsiones solo están presentes en 3 de cada 10 crisis epilépticas

¿Sabrías reconocer y actuar correctamente ante una crisis epiléptica? Las crisis epilépticas se presentan en formas muy variadas y solo en el 30% de los casos incluyen convulsiones.

La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que casi medio millón de personas en España tiene epilepsia y cada año se diagnostican 20.000 nuevos casos.

Los pacientes con epilepsia llevan una vida normal la mayor parte del tiempo, pero la posibilidad de sufrir crisis epilépticas de forma inesperada en cualquier momento, hace que deban tomar precauciones en su día a día.

En este artículo, exploramos los diferentes tipos de crisis epilépticas, sus síntomas y las recomendaciones sobre primeros auxilios y tratamientos de la mano de la doctora Cristina Sueiro, especialista en Neurología del Hospital San Rafael de A Coruña.

¿Qué son las crisis epilépticas?

Las crisis epilépticas son una manifestación física de un fallo en la transmisión eléctrica entre neuronas en el cerebro. Es un pico esporádico de actividad anómala excesiva o simultánea, que se resuelve por sí solo pasados unos momentos.

Lo usual es que las crisis epilépticas duren unos segundos antes de que la actividad neuronal retome su función habitual.

Si el episodio se extiende más allá de 5 minutos, es necesario alertar a los servicios de emergencias para recibir tratamiento médico inmediato. Es lo que se conoce como estatus epiléptico, que puede causar complicaciones neurológicas y sistémicas con riesgo para la vida del paciente.

«Lo que más preocupa a los pacientes que han sufrido una crisis epiléptica es el riesgo de recurrencia, el cual se puede disminuir siguiendo las recomendaciones para prevenir crisis epilépticas, y el riesgo de hacerse daño o sufrir un accidente por sufrir una crisis epiléptica», explica la doctora Cristina Sueiro.

En función del grupo de neuronas en el que se produce la actividad anormal, el tipo de crisis y los síntomas varían. Por eso no siempre es fácil reconocer las crisis epilépticas aun cuando se están presenciando o incluso experimentando.

Tipos de crisis epilépticas y sus síntomas

La imagen que habitualmente se asocia con la epilepsia es la de una persona convulsionando en el suelo. Sin embargo, en la literatura científica, se han descrito más de 30 tipos de crisis epilépticas y solo un 30% de los casos se presenta con convulsiones.

Se observan tres factores para clasificar las crisis epilépticas: 1) el origen o punto de inicio de la actividad neuronal atípica en el cerebro; 2) la presencia o ausencia de síntomas motores; 3) y el grado de afectación del nivel de consciencia.

Generalmente, se utiliza el origen como punto de partida de la clasificación y se dividen las crisis epilépticas en dos grandes grupos: focales y generalizadas.

Crisis focales

Las crisis epilépticas focales (o parciales) son las más frecuentes. Se generan en una parte concreta del cerebro y provocan síntomas muy variados, dependiendo de las funciones que controle la región cerebral afectada.

En función de si la persona es consciente de lo que está sucediendo durante la crisis o no, se dividen en dos grupos:

  • Crisis focales simples (con nivel de consciencia preservado): La persona permanece consciente, pero no puede evitar los síntomas, que varían en función del sistema neuronal afectado. Existen muchos tipos, pero algunos ejemplos comunes son:
    • Motoras: Generan contracciones de grupos musculares. Pueden manifestarse con parálisis o movimientos involuntarios de una parte del cuerpo, o una postura anómala.
    • Afásicas: Afectan al lenguaje y la capacidad de expresión y comprensión. Puede ocurrir que el paciente no puede hablar, no entiende lo que le dicen, o habla de forma incongruente.
    • Sensitivas: Provocan síntomas sensitivos: sensación de calor o frío, hormigueo o entumecimiento, parestesias…
    • Visuales, auditivas, olfatorias…: Algunas crisis focales simples afectan a la percepción. El paciente experimenta visiones, sonidos u olores que no son reales.
  • Crisis focales complejas (con nivel de consciencia alterado): La persona no es consciente de lo que sucede durante la crisis y permanece en un estado como de trance, con la mirada perdida, incapaz de responder a estímulos externos. Con frecuencia, durante una crisis compleja, se producen automatismos, movimientos repetitivos automáticos. Pueden ser simples, como chasquear los dedos o lamerse los labios, o más complejos, como bailar o frases incoherentes.

Las crisis epilépticas pueden iniciarse como focales y extenderse a otras áreas del cerebro hasta convertirse en generalizadas. Médicamente, se conocen como crisis focales con evolución a una crisis tónico-clónica bilateral.

Crisis generalizadas

Las crisis epilépticas generalizadas son aquellas que surgen y afectan simultáneamente a los dos hemisferios cerebrales, provocando la pérdida de conocimiento y diferentes efectos motores.

  • Ausencias: No hay síntomas motores, sino que la persona se queda ausente, mirando un punto fijo y, tras unos momentos, retoma lo que estuviera haciendo con anterioridad sin ser consciente de que ha sufrido una crisis. Es más frecuente en niños.
  • Tónico-clónicas: Es el escenario más conocido de las crisis epilépticas, aunque no el más frecuente. Comienzan con una pérdida brusca de conocimiento y rigidez en todo el cuerpo (fase tónica), y continúan con movimientos convulsivos repetitivos (fase clónica). Durante el episodio, el paciente puede morderse la lengua, emitir espuma por la boca y perder el control de los esfínteres.
  • Tónicas: Se caracterizan por la súbita pérdida de consciencia y el bloqueo de todos los músculos del cuerpo.
  • Atónicas: Al contrario que en las tónicas, en las crisis atónicas se produce una pérdida súbita y completa del tono muscular que hace que la persona se desplome al no poder sostenerse en posición erguida.
  • Mioclónicas: Sacudidas intensas pero muy breves, que pueden afectar a un grupo muscular o a todo el cuerpo.

¿Cómo actuar ante una crisis epiléptica?

Como hemos visto, las crisis epilépticas se presentan en múltiples formas y con síntomas variados. Por tanto, la actuación en cada caso ha de adaptarse a las circunstancias concretas. Dicho esto, hay una serie de recomendaciones a seguir si nos encontramos junto a una persona que está sufriendo una crisis.

Lo primero y fundamental: mantener la calma. La mayoría de crisis epilépticas se resuelven por sí solas sin secuelas y no es necesario ni aconsejable intentar detenerlas. Sí se pueden tomar medidas para proteger al paciente de sufrir daños mayores si la situación lo requiere.

Si hay pérdida de consciencia y/o convulsiones, es importante ayudar a la persona a tumbarse, apartar objetos pesados o punzantes con los que pueda herirse accidentalmente, y no tratar de inmovilizarle, ni moverle, ni introducir nada en la boca.

«La idea de que el paciente se puede tragar la lengua durante las convulsiones es un mito», aclara la doctora Sueiro. «Aunque parezca que la persona se está ahogando, no debemos introducir nuestra mano ni ningún objeto en su boca porque podemos provocar atragantamientos, ahogamientos, rotura de piezas dentarias, luxación mandibular e incluso dañarnos por mordeduras», advierte.

Es recomendable colocar al paciente en posición decúbito lateral izquierda durante crisis epilépticas en cuanto sea posible

También es recomendable colocar un material blando bajo la cabeza para protegerle de golpes contra el suelo y, cuando su cuerpo se relaje, ponerle de lado para evitar que se atragante con vómitos o saliva.

Algunas personas con epilepsia son capaces de percibir que van a sufrir una crisis instantes antes de que ocurra, lo que se conoce como aura. En estos casos, el paciente puede alertar de la situación a un acompañante y tomar medidas para protegerse a sí mismo, como tumbarse en una zona despejada.

Durante las crisis epilépticas, es necesario acompañar al paciente hasta que recobre por completo la consciencia, pero «no intentar agitarlo, ni gritarle, ni promover que se levante, porque eso no va a acelerar su recuperación», insiste Sueiro.

En la medida de lo posible, se deben observar todos los síntomas para informar después al propio afectado o a los profesionales médicos. «Si no tiene diagnóstico previo de epilepsia, si no se sabe por qué ha convulsionado, si toma tratamiento y a lo mejor hay que medirle niveles de fármacos… En estos casos, es buena idea llamar a una ambulancia», recomienda la doctora Sueiro.

Prevención y tratamiento de la epilepsia

Muchas crisis epilépticas pasan desapercibidas durante años porque se experimentan como un instante de ausencia, o una sensación de mareo, y se asocian con cualquier otra causa. No es infrecuente convivir con epilepsia sin diagnosticar durante años.

Sin embargo, es importante compartir con el médico la aparición de síntomas sospechosos para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuados. La medicación antiepiléptica permite controlar las crisis epilépticas con éxito en el 70% de los pacientes.

Para un pequeño porcentaje (5%), la cirugía es una opción de tratamiento viable, ya sea resectiva, para extirpar la parte del tejido cerebral donde se originan las crisis epilépticas, o funcional, para desconectar las áreas cerebrales problemáticas o instalar electrodos que disminuyen la actividad anómala.

Las causas de la epilepsia no están claras en muchos casos, pero sí se ha demostrado que un 30% de los casos se pueden evitar controlando los factores de riesgo modificables, los relacionados con los hábitos de vida: Dieta sana y ejercicio regular para cuidar el sistema vascular, buena higiene para evitar contraer infecciones cerebrales, precaución para evitar traumatismos craneales…

Y si ya existe un diagnóstico de la enfermedad, se puede contribuir a prevenir la aparición de crisis epilépticas «evitando el consumo de alcohol y otras drogas, los factores estresantes y manteniendo una rutina de sueño estable con 7-9 horas de descanso», recuerda la doctora Sueiro.