Cómo prevenir el cáncer de cuello uterino: 3 líneas de actuación

La investigación sobre cómo prevenir el cáncer de cuello uterino ha derivado en tres medidas clave: vacuna del VPH, cribado y control de factores de riesgo

El cuarto cáncer más común en mujeres es el que se desarrolla en el cérvix, el cuello del útero. La incidencia ha ido cayendo desde la segunda mitad del siglo XX, cuando comenzó a trabajarse en cómo prevenir el cáncer de cuello uterino mediante programas de cribado con citologías.

Cada año, se detectan más de 2.000 nuevos casos en España. La mitad, en mujeres menores de 35 años. En 2023, 664 mujeres fallecieron a causa del cáncer de cérvix, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). La detección temprana, incluso antes de presentar síntomas, es fundamental para salvar vidas.

En este artículo, exploramos las tres líneas de actuación sobre cómo prevenir el cáncer de cuello uterino con la doctora Begoña Cid, Especialista en Obstetricia y Ginecología del Hospital San Rafael de A Coruña.

Vacunarse antes de tener relaciones sexuales

Para comprender cómo prevenir el cáncer de cuello uterino es imprescindible entender cómo se desarrolla. El cáncer de cérvix se produce por un crecimiento anómalo de las células del cuello del útero, la parte que lo une con la vagina.

Es uno de los pocos tumores donde se ha identificado una causa clara y prevenible: la infección por VPH, el punto de partida del cáncer de cuello uterino. «El sistema inmunitario del cuerpo generalmente evita que el virus haga daño, pero en un pequeño porcentaje de personas, el virus persiste durante años, y contribuye a que las células se vuelvan cancerosas», explica la doctora Begoña Cid.

Por ello, al investigar cómo prevenir el cáncer de cuello uterino, la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) se ha convertido en la primera línea de actuación.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda vacunar a las niñas y niños de 9 a 14 años, antes de tener relaciones sexuales y, por tanto, contacto con el virus, para frenar la cadena de contagio.

La doctora Cid aclara que «también se recomienda a los adultos, aunque hubieran tenido ya contacto con virus del papiloma, ya que estimula al sistema inmune para eliminarlo».

Participar en los programas de cribado

¿Cómo prevenir el cáncer de cuello uterino en personas no vacunadas? La respuesta está en los programas de cribado poblacional que se han ido extendiendo por países de todo el mundo, incluido España.

Se suelen realizar dos tipos de pruebas de cribado: citología y prueba del VPH. Dependiendo de la comunidad autónoma, se realiza una, la otra o las dos. En Galicia, el programa se basa en la prueba del virus del papiloma humano (VPH), que se ofrece de forma quinquenal a mujeres de más de 35 años.

Aunque en Galicia no se incluya en los programas públicos de cribado, la doctora Cid recomienda hacerse citologías periódicas a partir de los 25 años, cada 3 años.

Todas las mujeres deberían participar en estas pruebas, ya que la detección temprana del cáncer de cérvix, antes incluso de presentar síntomas, es fundamental para un tratamiento efectivo. La doctora Begoña Cid explica que estas pruebas «permiten detectar y tratar precozmente las lesiones premalignas, que son asintomáticas, evitando así la aparición del cáncer».

Controlar los factores de riesgo

Además de la vacunación y los programas de cribado con citologías y pruebas de VPH, la respuesta a cómo prevenir el cáncer de cuello uterino se encuentra también en los hábitos de vida.

Existen ciertos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir cáncer de cérvix. Tomar medidas para evitarlos puede ayudar a prevenir la enfermedad.

  • Relaciones sexuales. El virus del papiloma humano (VPH) se transmite por vía sexual, por contacto genital. El uso del preservativo de forma correcta desde el inicio del contacto sexual reduce la probabilidad de contagio. El inicio temprano de las relaciones sexuales y tener múltiples parejas sexuales aumenta la exposición al VPH y, por tanto, el riesgo.

La doctora Cid recalca que el VPH no es sinónimo de promiscuidad o infidelidad: «No hay forma de saber con certeza cuándo se produjo la infección o quién lo transmitió, ya que se puede tener el virus durante años antes de que sea detectado; por lo tanto, tener el VPH no implica que la mujer o su pareja tengan una relación sexual con otra persona».

  • Enfermedades de transmisión sexual (ETS). La coexistencia con otras enfermedades de transmisión sexual, como el herpes, la clamidia, la gonorrea, la sífilis y el VIH, eleva el riesgo de desarrollar cáncer de cérvix.
  • Embarazo. Las mujeres que han tenido un embarazo a una edad temprana o que han tenido varios embarazos, tienen más probabilidad de desarrollar cáncer de cuello uterino.
  • Tabaquismo. Fumar duplica las posibilidades de tener cáncer de cuello uterino porque «cuando se producen infecciones por VPH en personas fumadoras, las infecciones tienden a durar más tiempo y es menos probable que desaparezcan», explica la doctora Cid.
  • Sistema inmunológico debilitado. Por ejemplo, tras tratamientos prolongados con inmnosupresores o con infección por VIH sin tratar. Al tener las defensas bajas, es más fácil contraer una infección por VPH y más difícil deshacerse de ella. Además, las lesiones premalignas pueden evolucionar más rápido hacia un cáncer invasivo.

Cabe destacar que la prevención del cáncer de cérvix no es tarea exclusiva de la población femenina. Por razones obvias, solo las mujeres con útero pueden padecerlos, pero sus parejas sexuales forman parte de la cadena de transmisión del VPH, causante de la práctica totalidad de los casos. Por lo tanto, al pensar en cómo prevenir el cáncer de cuello uterino, debemos incluir a toda la población.

Síntomas del cáncer de cuello uterino

Hemos visto cómo prevenir el cáncer de cuello uterino, pero a pesar de los esfuerzos de prevención, más de 2.000 mujeres siguen siendo diagnosticadas cada año en España con cáncer de cérvix.

Es importante prestar atención a los síntomas del cáncer de cuello uterino y acudir al médico especialista ante la aparición de cualquiera de ellos:

  • Sangrado vaginal después de las relaciones sexuales, entre períodos menstruales o después de la menopausia.
  • Sangrado menstrual más abundante y de mayor duración de lo habitual.
  • Dolor pélvico o dolor durante las relaciones sexuales.
  • Flujo vaginal acuoso y con sangre, que puede ser abundante y con mal olor.

Diagnóstico y tratamiento del cáncer de cuello uterino

Las pruebas de cribado que hemos visto al hablar sobre cómo prevenir el cáncer de cuello uterino no son pruebas diagnósticas como tal. Para confirmar el diagnóstico, es preciso realizar una colposcopia y biopsia cervical.

«La colposcopia es una prueba que se realiza en consulta y, tras realizar unas tinciones en el cérvix, nos permite visualizar el tipo y lugar de alteración en el epitelio cervical, y realizar una biopsia dirigida si se considera necesario», explica la doctora Cid.

Los resultados de esta prueba permiten diferenciar distintos tipos de lesiones:

  • Displasia cervical de bajo grado. La displasia cervical es la lesión premaligna de cáncer de cérvix. Si se trata a tiempo, se puede impedir que evolucione a tumor en un alto porcentaje de pacientes. Si es de bajo grado, se puede hacer un seguimiento periódico para controlar su evolución o tratar con crioterapia para eliminar la capa superficial del tejido cervical afectada.
  • Displasia cervical de alto grado. Se trata con una conización que, según explica la doctora Cid, «consiste en la extirpación de un pequeño fragmento de tejido cervical anómalo con márgenes suficientes para garantizar la exéresis completa de la lesión; si todo evoluciona correctamente, se considerará curada en un par de años».
  • Carcinoma epidermoide o adenocarcinoma infiltrante. Si en la biopsia se detecta ya uno de estos tumores malignos, se realizan pruebas complementarias para determinar el estadio en el que se encuentra la enfermedad. En este punto, el tratamiento a seguir se consensua en un equipo multidisciplinar formado por ginecólogos, oncólogos, patólogos, radiólogos y radioterapeutas.

En función del caso particular de cada paciente, se valora el tipo de cirugía más apropiado. «Si la mujer no desea tener más descendencia, se procede a la extirpación del útero con un manguito vaginal de unos 1-2 cm, así como la identificación y extirpación de ganglios centinelas pélvicos o exéresis de todo el tejido ganglionar pélvico», detalla la doctora Begoña Cid, con el objetivo de minimizar el riesgo de reproducción del cáncer.

En mujeres jóvenes sin descendencia, siempre que es posible, se ofrece la opción de extirpar el cuello uterino conservando el útero. De esta forma, podrían quedarse embarazadas en el futuro y el mayor riesgo sería un parto prematuro.

Los tratamientos de quimioterapia y radioterapia se emplean como tratamientos iniciales en mujeres que no han tenido cirugía, o tras la misma como tratamiento complementario para asegurar la eliminación de cualquier resto celular tumoral.

Actualmente, están apareciendo nuevos fármacos, la inmunoterapia, con resultados muy prometedores en tumores avanzados.

El tratamiento del cáncer de cuello uterino tiene consecuencias psicológicas relevantes para las pacientes y puede afectar a la vida sexual y la fertilidad. Algunos tratamientos pueden impedir tener hijos, mientras que otros afectan a la libido y la capacidad de tener relaciones sexuales satisfactorias, por no hablar del miedo por el riesgo de transmisión sexual de infecciones.

El apoyo de un buen equipo médico, con atención psicológica, es integral para la superación de la enfermedad con la mejor calidad de vida.