Existen multitud de alternativas para ayudar a los pacientes a dejar de roncar, desde los cambios en los hábitos de vida hasta los tratamientos quirúrgicos
Dejar de roncar. ¿Utopía o realidad? Se calcula que alrededor de cuadro de cada diez adultos roncan por las noches. Un fenómeno especialmente frecuente conforme avanza la edad y, sobre todo, entre los hombres. Ahora bien, ¿realmente es posible acabar con estos molestos sonidos?
A pesar de que no son una enfermedad como tal, los ronquidos sí que podrían ser síntoma de alguna patología. Además, las personas afectadas no solo son quienes los padecen. También quienes los escuchan. Estos sonidos, a fin de cuentas, resultan tremendamente molestos para aquellos que comparten cama o dormitorio con esas personas, que podrían encontrarse con serias dificultades a la hora de conciliar el sueño.
No obstante, antes de conocer las diferentes alternativas para dejar de roncar hay que comprender por qué se producen los ronquidos.
«Los ronquidos suelen ocurrir cuando las vías respiratorias superiores se estrechan durante el sueño. Cuando el aire pasa por estas vías estrechas, puede producir vibraciones en los tejidos blandos, lo que genera el sonido característico de los ronquidos», explica Miguel Mayo, especialista en Otorrinolaringología del Hospital San Rafael de A Coruña.
¿Por qué roncamos?
El estrechamiento de las vías respiratorias puede deberse a multitud de factores. El más común es la relajación de los músculos de la garganta, la faringe, el paladar blando, la lengua o la epiglotis. No obstante, también es frecuente entre los respiradores orales: aquellos que presentan dificultades para respirar por la nariz o con un aumento de la resistencia al paso del aire por ella.
Existen una serie de factores de riesgo que elevan sustancialmente el riesgo de roncar, como el sobrepeso o la obesidad, que potencian esa constricción de las vías aéreas. Por otro lado, hay alteraciones anatómicas que ejercen una influencia muy notable, como el paladar blando largo, el frenillo lingual corto, las amígdalas grandes o la mandíbula pequeña.
Por último, dormir boca arriba, fumar o beber alcohol antes de acostarse también pueden favorecer la aparición de ronquidos, así como determinadas condiciones médicas, entre las que se encuentran la congestión nasal, la rinitis, la sinusitis o la desviación del tabique.
¿Cuándo son los ronquidos síntoma de un problema grave?
En ocasiones, estos sonidos son una simple molestia para quienes desean dejar de roncar. Pero otras son una señal de un trastorno más severo como, por ejemplo, la apnea del sueño.
Esta patología se caracteriza por el colapso, parcial o completo, de las vías respiratorias durante el sueño. Esto da lugar a diversas pausas en la respiración, que causan un descenso de los niveles de oxígeno en sangre y provocan una serie de microdespertares a lo largo de la noche.
Hay, asimismo, otras consecuencias menos conocidas, entre las que destaca el incremento del riesgo de estenosis de las arterias carótidas, encargadas de conducir la sangre al cerebro.
Algunos de los indicios que revelan que los ronquidos podrían esconder una afección más seria son la fatiga crónica, el dolor de cabeza matutino, la somnolencia diurna excesiva, la dificultad para concentrarse o la irritabilidad.
«Si se experimenta alguno de estos síntomas junto con ronquidos frecuentes, es importante buscar atención médica para una evaluación adecuada. Un médico, concretamente un especialista en trastornos del sueño, puede ayudar a determinar si los ronquidos son simplemente un problema benigno o si requieren tratamiento para evitar complicaciones más graves», asegura el doctor Mayo.
¿Cómo ayuda el estilo de vida a dejar de roncar?
Independientemente de que se trate de un caso leve o severo, se han identificado una serie de consejos que podrían resultar de ayuda en la prevención y la reducción de los ronquidos.
Para comenzar, es fundamental mantenerse en un peso saludable. Para ello, no hay mejores aliadas que la dieta equilibrada y la práctica regular de ejercicio físico. Como vimos anteriormente, el exceso de grasa corporal, especialmente alrededor del cuello, contribuye a estrechar las vías respiratorias.
El alcohol y los medicamentos sedantes, por su parte, tienden a relajar excesivamente los músculos de la garganta. Por esta razón, no es conveniente consumirlos durante las horas previas a acostarse.
La buena higiene del sueño también es crítica. Como apunta el facultativo, si se desea dejar de roncar y mejorar la calidad del sueño hay que «establecer una rutina regular de sueño, mantener un ambiente de dormitorio cómodo y propicio para descansar, y asegurarse de dormir lo suficiente cada noche».
Ya en la cama, tampoco se puede descuidar la posición para evitar las alteraciones del sueño. Dormir boca arriba podría propiciar el colapso de las vías respiratorias y, por consiguiente, potenciar los ronquidos. Por la contra, dormir de lado ayuda a mantener abiertos estos conductos.
Para finalizar, es preciso incidir en la importancia de combatir la congestión nasal, que puede dificultar notablemente la respiración por la nariz e inducir a las personas a respirar por la boca. Para dejar de roncar, por tanto, también es primordial hacer frente a la congestión, ya sea mediante lavados nasales, fármacos o intervenciones quirúrgicas.
Introducir estas recomendaciones en los hábitos de vida puede ser muy beneficioso, llegando a marcar incluso un antes y un después en los pacientes. Pero a veces no bastan para dejar de roncar. Y, si el problema persiste, es vital ponerse en manos de un especialista para iniciar el tratamiento oportuno.
¿Cuáles son los tratamientos para dejar de roncar más efectivos?
Si los ronquidos perturban considerablemente la calidad de vida u ocultan una afección más preocupante, existe un amplio abanico de medidas a las que recurrir. La elección depende de los profesionales de la salud, que evaluarán la gravedad de los síntomas y la causa subyacente para apostar por una o por otra.
Los dispositivos de avance mandibular (DAM) se introducen en la boca durante las noches para mantener la mandíbula en una posición adelantada y evitar el cierre de las vías respiratorias, ayudando a los pacientes a dejar de roncar. Estos dispositivos, por norma general, suelen recomendarse a las personas que padecen apnea del sueño leve o moderada.
Si las manifestaciones son más severas es usual proponer el uso de la máquina de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP), que suministra un flujo de aire a presión por las noches a través de una mascarilla nasal o facial. Su objetivo, al igual que los anteriores, consiste en mantener abiertas las vías aéreas para acabar con los colapsos de la respiración.
Miguel Mayo también subraya la utilidad de las terapias de posición corporal para dejar de roncar: «Para las personas que roncan principalmente cuando duermen boca arriba, se pueden utilizar dispositivos o técnicas para mantener una posición lateral durante la noche».
Al mismo tiempo, el especialista en Otorrinolaringología añade que «si los ronquidos están relacionados con la congestión nasal debido a alergias u otros problemas respiratorios, se pueden recetar medicamentos o tratamientos para reducir la congestión y mejorar la respiración nasal».
De todas formas, antes de proponer alguna de estas medidas, el equipo médico llevará a cabo un estudio del sueño o polisomnografía. Esta prueba mide aspectos como la frecuencia respiratoria y cardíaca, el oxígeno en sangre o las ondas cerebrales durante el sueño, con el fin de conocer a fondo la casuística del paciente y decidir así el tratamiento idóneo para dejar de roncar.
¿Cuándo entra en escena la cirugía?
En determinados casos, los pacientes no son aptos para someterse a los tratamientos previos o estos no son suficientes para dejar de roncar. Entonces, llega la hora de escalar un paso más y valorar la conveniencia de realizar una intervención quirúrgica.
«La cirugía para los ronquidos generalmente se considera cuando otros tratamientos no han sido efectivos o cuando hay anormalidades anatómicas específicas que contribuyen a los ronquidos», señala el doctor del Hospital San Rafael de A Coruña.
Anormalidades como, por ejemplo, una desviación del tabique nasal, el agrandamiento de las amígdalas o adenoides, la presencia de pólipos nasales o un paladar blando elongado. La cirugía ayuda a corregir las obstrucciones derivadas de estas anomalías y mejorar el flujo de aire en las vías respiratorias.
Algunos cuadros graves de apnea del sueño, sobre todo si las pausas en la respiración son muy frecuentes y significativas o si los tratamientos conservadores como la CPAP apenas han logrado mejorías o no son tolerados por el paciente, podrían solucionarse en quirófano. Una opción que también se contempla cuando los dispositivos orales o la terapia de posición corporal no han surtido efecto para dejar de roncar.
«La decisión de recurrir a soluciones quirúrgicas debe tomarse en consulta con un médico especializado en trastornos del sueño, quien evaluará cuidadosamente los beneficios y riesgos de la cirugía en cada caso individual», advierte el doctor Mayo.
¿Cuáles son las cirugías más populares?
No existe una sola cirugía para dejar de roncar. Al contrario. Es posible diferenciar hasta tres grandes tipos de intervenciones. Pero, ¿cómo descubrir cuál es la más apropiada?
Tras revisar la historia clínica del paciente y realizar una exploración física detallada, los especialistas ponen en práctica un procedimiento conocido como DISE (Drug Induced Sleep Endoscopy). Una herramienta diagnóstica sumamente útil para evaluar la causa anatómica responsable de los ronquidos o de la apnea del sueño.
Durante esta técnica, los médicos sedan a la persona para inducirle el sueño y poder llevar a cabo una endoscopia de sus vías respiratorias superiores. Esto les permite identificar las áreas de obstrucción y determinar el tratamiento quirúrgico más oportuno para dejar de roncar: la faringoplastia, la amigdalectomía o adenoidectomía o la cirugía nasal.
La faringoplastia suele ponerse en marcha para tratar los ronquidos o la apnea del sueño en sus estadios leves o moderados. En esta operación para no roncar, los cirujanos realizan una serie de cambios en la anatomía de la faringe, con el objetivo de ampliar las vías respiratorias y reducir las obstrucciones que causan los problemas.
Si las amígdalas o las adenoides (tejidos ubicados en la garganta cuya misión es proteger al organismo de las infecciones en la edad pediátrica) tienen unas dimensiones muy considerables, podrían fomentar esa obstrucción. Su extracción quirúrgica mediante la amigdalectomía o adenoidectomía, que muchas veces se ejecuta de manera simultánea a la faringoplastia, podría ser clave para dejar de roncar.
Finalmente, la cirugía nasal se efectúa para corregir los tabiques nasales desviados, reducir los cornetes nasales o eliminar los pólipos. En definitiva, para combatir las diferentes causas que podrían bloquear las vías aéreas y originar los ronquidos.
A pesar de que, en última instancia, la mejoría va a depender del tipo y la gravedad de la apnea del sueño y de los ronquidos, esta clase de cirugías suelen entrañar beneficios muy sustanciales a la hora de favorecer el flujo de aire, mejorar la calidad del sueño y ayudar a los pacientes a dejar de roncar.