Cuando los cálculos renales bloquean el flujo de la orina puede producirse un cólico nefrítico, una afección sumamente dolorosa
En todas las listas que enumeran los peores dolores que puede experimentar el ser humano hay un denominador común: el cólico nefrítico. Una dolencia muy punzante que afecta a la región lumbar y al flanco, y que se irradia hacia la parte baja del abdomen, hasta alcanzar las ingles y los genitales. Y cuya intensidad, según muchas mujeres, puede llegar a ser superior a la del parto.
Detrás del cólico nefrítico se hallan los cálculos renales. Su formación, también conocida como litiasis urinaria, es uno de los problemas más comunes del sistema urinario. Una patología cuya incidencia no deja de aumentar, y que ya puede afectar a dos de cada diez personas.
«La orina contiene muchos minerales y sales disueltos. Cuando los niveles de estos son demasiado elevados pueden formarse los cálculos, que suelen comenzar siendo pequeños, para luego agrandarse», explica Luis Manuel Álvarez Castelo, especialista en Urología.
Las piedras en el riñón, las grandes responsables del cólico nefrítico, pueden estar compuestas de muchos materiales. Pero los tres más comunes son el calcio, el ácido úrico y la estruvita.
Los cálculos de calcio son, sin ninguna duda, los más frecuentes: representan cerca del 80 % del total. Pueden pertenecer a dos clases: los de oxalato de calcio y los de fosfato de calcio, pero los primeros son los más habituales.
A continuación, se hallan los cálculos de ácido úrico. Las piedras formadas por este producto de desecho suponen menos de un 10 %, y se originan debido a una mala disolución de los cristales de ácido úrico en las orinas más ácidas. Una acidez que puede ser consecuencia del sobrepeso, de la diabetes, de la diarrea crónica, de la gota o hiperuricemia o, simplemente, de una dieta con exceso de proteínas de origen animal y escasez de frutas y verduras.
Por último, hay que mencionar los cálculos de estruvita o infectivos, que constituyen el 10 % restante. Estos están relacionados con las infecciones crónicas del tracto urinario, como la infección por bacterias del género Proteus.
¿Cómo identificar el cólico nefrítico y los cálculos renales?
Muchos cálculos permanecen durante un tiempo en el riñón sin causar problemas ni desencadenar un cólico nefrítico. Como no producen ningún síntoma, no se diagnostican hasta que no se encuentran de manera casual durante una radiografía o una ecografía.
Otras piedras, sin embargo, descienden a través del tubo que comunica el riñón y la vejiga: el uréter. Una vez se hallan en la vejiga, son eliminados junto con la orina sin dificultad.
No obstante, cabe la posibilidad de que el cálculo no complete su trayecto y se quede atrapado en el uréter, bloqueando el flujo de la orina. Esta obstrucción provoca un dolor intenso y punzante, que suele venir acompañado de náuseas y vómitos. Un dolor que se inicia de modo repentino y se va intensificando y aliviando mediante ondas. El cólico nefrítico.
Ahora bien, ¿cuáles son las manifestaciones más comunes?
Según el doctor Castelo, suele haber «una necesidad intensa de orinar, acudiendo al baño con mayor frecuencia y con sensación de quemazón. Es frecuente la hematuria o presencia de sangre en la orina visible a simple vista o en los análisis de orina».
Para despejar todas las dudas y confirmar el diagnóstico, los médicos llevarán a cabo pruebas de imagen, como la ecografía, la radiografía de abdomen o la tomografía computarizada. Al mismo tiempo, efectuarán un análisis de orina para descubrir una posible infección urinaria o la presencia de cristales en la orina.
La importancia de prevenir el cólico nefrítico
Hay una infinidad de cálculos renales. Y tanto la prevención como el tratamiento dependerán de la clase de piedra en cuestión.
Con todo, existen algunas máximas universales que resultan eficaces para mantener alejado el cólico nefrítico, como el aumento de la ingesta de agua y la disminución del consumo de sal y de las proteínas de origen animal. Tres sencillas modificaciones de la dieta que pueden ser vitales para impedir la aparición de la litiasis urinaria.
«Una vez analizado el cálculo, y mediante un análisis de sangre y de la orina recogida en 24 horas, podemos dar una dieta personalizada a cada paciente para el tipo concreto de piedras que padezca», asegura el facultativo del Hospital San Rafael de A Coruña.
Cuando el cálculo bloquea el flujo de la orina puede dar lugar a una hidronefrosis o hinchazón del riñón. Si el órgano permanece en este estado durante mucho tiempo, terminará por dañarse la función renal, pudiendo llegar a perder el riñón por completo. Y, si afecta a ambos riñones o el paciente tan solo tiene un único riñón funcionante, puede llegar a ser necesaria la diálisis.
Sin embargo, la complicación más preocupante emerge cuando hay asociada una infección de orina. Si el cálculo obstruye los conductos e impide la expulsión de la orina infectada, esta puede pasar a la sangre y desencadenar una sepsis, cuya mortalidad es bastante elevada.
Dieta, obesidad, antecedentes… Los factores de riesgo más comunes
¿Tiene todo el mundo las mismas probabilidades de enfrentarse a la litiasis urinaria? En absoluto. Existen factores como la edad, el género o la raza, que incrementan de modo notable el riesgo de desarrollar cálculos renales. Por ejemplo, los cólicos nefríticos son más habituales en los hombres y en las personas de raza blanca y mediana edad.
Los antecedentes familiares ejercen una influencia muy considerable. Si en la familia ya ha habido casos de cálculos en padres o hermanos, las posibilidades de desarrollar estas piedras y sufrir un cólico nefrítico son mucho mayores.
La obesidad se alza como otro de los factores de riesgo más importantes, dado que puede modificar los niveles de ácido en la orina, facilitando así la formación de los cálculos renales. Tampoco hay que descuidar la repercusión de la medicación, pues algunos fármacos y determinados suplementos de calcio y vitamina C pueden redoblar el riesgo de forma sustancial.
Un volumen urinario bajo de forma constante también se considera un factor de riesgo. Este se puede deber a la realización de ejercicio físico, a una escasa ingesta de líquidos o a la estancia prolongada en lugares cálidos: tres causas que favorecen la deshidratación y la pérdida de fluidos corporales.
También hay que vigilar las glándulas paratiroides, que se encuentran en el cuello y se encargan de controlar el metabolismo del calcio. Si una o varias crecen de manera anormal, pueden dar pie a una elevación de los niveles de calcio en la sangre y en la orina, originando las piedras en el riñón y el cólico nefrítico.
Las enfermedades intestinales, por otra parte, pueden incrementar el riesgo de formación de cálculos renales de oxalato de calcio. Especialmente aquellas patologías que causan diarrea, como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, o determinados procedimientos quirúrgicos, como la cirugía de bypass gástrico para tratar la obesidad.
En otras ocasiones, puede darse el caso de que el paciente simplemente padezca hiperoxaluria absortiva, una afección que hace que su organismo absorba demasiado oxalato en el intestino.
¿Sirve de algo reducir el consumo de calcio?
Es innegable que los niveles elevados de calcio en la orina son uno de los mayores responsables de la formación de piedras y, por consiguiente, del cólico nefrítico. Pero estos valores no siempre se deben a una alta ingesta de calcio.
A veces, la responsabilidad se halla en la manera en la que el propio organismo maneja el calcio. De hecho, aunque pueda parecer contradictorio, diversos estudios han demostrado que la reducción del calcio en la dieta no solo puede ser dañino para la salud ósea, sino que suele aumentar el riesgo de formación de cálculos renales.
Si bien es primordial no excederse, tampoco es habitual que se recomiende a los pacientes que restrinjan el consumo de este mineral.
«En lugar de ingerir menos calcio, solemos tratar de reducir los niveles de calcio en la orina solicitando que se tome menos sodio en las comidas. Demasiada sal en la dieta es un factor de riesgo para el desarrollo de los cálculos de calcio, porque un exceso de sal evita que el calcio sea reabsorbido de la orina hacia la sangre. Reducir el contenido de sal en la dieta hace que sea menos probable que se formen cálculos de calcio», resume Luis Manuel Álvarez Castelo.
Por este motivo, aunque el primer impulso sea mantener alejado el calcio, la solución más eficaz para evitar el cólico nefrítico puede pasar por cocinar con menos sal y abstenerse de comer alimentos extremadamente salados.
El papel de la alimentación
La dieta desempeña un rol fundamental en la prevención y el tratamiento de infinidad de enfermedades. Con pequeñas modificaciones en nuestro plato, es posible mejorar tanto el bienestar como la calidad de vida de forma significativa. Entonces, ¿qué comidas se deben priorizar para prevenir las piedras en el riñón y el cólico nefrítico?
«Una dieta rica en proteínas de origen animal, como las carnes rojas, puede elevar los niveles de ácido en el organismo y en la orina, lo que hace más fácil la formación de cálculos de oxalato de calcio y de ácido úrico. Comer muchos alimentos ricos en oxalato suele provocar cálculos de oxalato cálcico en personas propensas», advierte el especialista en Urología.
Los alimentos procesados suelen contener cantidades elevadas de sal, razón por la cual es importante vigilar de cerca su consumo. En su lugar, es conveniente priorizar las frutas y los vegetales comiendo, por lo menos, cinco porciones diarias. Ambas son una fuente rica de potasio, fibra, magnesio, antioxidantes, fitato y citrato, y contribuyen a evitar la litiasis urinaria y el cólico nefrítico.
Pero los vegetales no siempre son buenos. Sobre todo, cuando los niveles de oxalato en la orina son preocupantes. Estos pacientes deben disminuir la ingesta de alimentos ricos en esta sustancia, entre los que se hallan los de origen vegetal, como las espinacas, el ruibarbo y las almendras, sustituyéndolos por alimentos ricos en calcio.
A pesar de todo, no existe una dieta única aplicable a todos los casos, y el tipo de cálculo influirá en la alimentación que se deberá seguir. Por este motivo, es imprescindible acudir a un especialista que nos pueda orientar a lo largo de todo el proceso para dejar atrás el cólico nefrítico cuanto antes.
Por último, el doctor Castelo recuerda que al beber más se «reducirá la concentración de sales en la orina y se disminuirá el riesgo de formación de nuevos cálculos. Si ya se han tenido cálculos, deberá beberse suficiente líquido como para generar, por lo menos, 2,5 litros de orina todos los días. En promedio, esto significará una ingesta de alrededor de 3 litros de líquido todos los días. Preferentemente, agua, evitando el alcohol y las bebidas azucaradas o isotónicas, que tienen muchas sales».
El tratamiento de los cálculos renales
El dolor generado por el cólico nefrítico puede llegar a ser insoportable. Atormenta a las personas, y les impide realizar sus actividades cotidianas. Esto provoca que todos los pacientes se pregunten cómo acabar con los cálculos renales. ¿La respuesta? Depende del tamaño.
«Es más probable que los cálculos más pequeños sean eliminados espontáneamente del cuerpo en la micción normal. Esperar de cuatro a seis semanas para que el cálculo sea eliminado es seguro en tanto en cuento el dolor sea soportable, no haya infección el riñón no esté obstruido y el cálculo sea lo suficientemente pequeño como para poder pasar. Suele darse tratamiento médico con tamsulosina y antiinflamatorios para acelerar la expulsión», subraya el doctor Castelo.
Si los cálculos son de mayor tamaño o los síntomas del cólico nefrítico son más graves, el tratamiento estará coordinado por el urólogo, y se adaptará a la naturaleza, a la localización y a las dimensiones de la piedra.
La litotricia por ondas de choque extracorpóreas es uno de los métodos más eficaces para eliminar las piedras en el riñón. Este tratamiento consiste en el disparo repetido de ondas de choque en el propio cálculo, con el objetivo de fragmentarlo en trozos más pequeños.
La gran mayoría de estos fragmentos se eliminan sin dolor a través de la orina al cabo de unos días. No obstante, los de mayor tamaño pueden quedarse atrapados en el uréter, causando o agravando el cólico nefrítico, y obligando a los doctores a iniciar otros procedimientos.
Pero, si bien la litotricia es muy útil para combatir la litiasis urinaria dentro de la pelvis renal, pierde eficacia a la hora de luchar contra los cálculos muy duros o de gran tamaño.
La cirugía mínimamente invasiva entra en escena
Cuando el cálculo no logra pasar por el uréter, afecta a la función renal o el nivel de dolor provocado por el cólico nefrítico es demasiado intenso como para esperar a que desaparezca, el especialista puede recomendar un procedimiento quirúrgico.
La ureterorrenoscopia (URS – RIRS) con fragmentación láser endoscópica es la primera de las opciones. Este método introduce un endoscopio por la uretra hasta llegar al cálculo. Una vez lo alcanza, le dispara con un láser de holmio para romperlo y extraer los trozos con una cestilla. Esta técnica se lleva a cabo con anestesia epidural o sedación profunda, y permite al paciente recibir el alta al cabo de unas pocas horas.
Según Luis Manuel Álvarez Castelo, su principal ventaja es que «estamos viendo directamente como se rompe la litiasis y podemos asegurarnos de que sacamos todos los fragmentos en el acto, a diferencia de la litotricia extracorpórea, en la que los trozos del cálculo pueden tardar semanas en expulsarse».
Pero existe otro tratamiento muy efectivo para acabar con los cálculos de gran tamaño que se encuentran dentro del riñón: la nefrolitotomía percutánea. Mediante este procedimiento se hace una punción de un centímetro en la espalda o en el flanco, a través de la cual se introduce un nefroscopio o endoscopio rígido hacia la cavidad central del riñón, donde está localizado el cálculo. A continuación, el cirujano utiliza otro instrumento a través del nefroscopio, con el que comienza a triturar la piedra y a succionar todos los fragmentos.
«En ocasiones se realiza una derivación urinaria temporal, colocando un catéter ureteral llamado stent Doble J (un tubo delgado de plástico colocado en el uréter para ayudar a que fluya la orina desde el riñón) si hubiera una obstrucción con una infección o no se pudiese realizar inmediatamente la intervención endoscópica», señala el doctor del Hospital San Rafael.
Pero, en general, estos dos son los procedimientos quirúrgicos más populares para extraer los cálculos renales y despedirse del cólico nefrítico. Hay otras alternativas, como la cirugía abierta, la cirugía laparoscópica o la cirugía robótica, pero solo se practican cuando ninguna de las técnicas mínimamente invasivas ha dado resultado.
«Afortunadamente, hoy en día es una rareza tener que emplear cirugía abierta convencional en estos casos», comenta el facultativo, y añade que en centros como el Hospital San Rafael de A Coruña ya «se realizan operaciones endoscópicas o percutáneas mínimamente invasivas, mucho mejor toleradas y con más rápida recuperación».
Gracias a estos procedimientos endoscópicos puestos en práctica por especialistas como el doctor Castelo, más y más pacientes eliminar los cálculos renales y dejar atrás el cólico nefrítico, recuperando por completo su calidad de vida.