La cirugía bariátrica, una ayuda para bajar de peso cuando nada da resultado

El bypass gástrico y la gastrectomía tubular son las técnicas de cirugía bariátrica que realiza Iván Domínguez

 

El bypass gástrico y la gastrectomía tubular, dos métodos de cirugía bariátrica que ya se practican en el Hospital San Rafael de A Coruña, ayudan a los pacientes a despedirse de la obesidad

 

Una dieta saludable no parece suficiente para adelgazar. La práctica de ejercicio físico apenas ha surtido efecto. Y los procedimientos endoscópicos no siempre son efectivos, pues es posible recuperar peso después de su conclusión. ¿Qué opción queda cuándo nada parece funcionar? La cirugía bariátrica.

Este término engloba a todos los procedimientos quirúrgicos destinados a tratar la obesidad. Su nivel de eficacia es muy alto, y le regala una nueva vida a todas aquellas personas que no logran perder peso de ningún otro modo.

A pesar de que la cirugía bariátrica cada vez es menos invasiva, tiene que ser el último paso a la hora de luchar contra el exceso de peso. Su indicación debe ser el paso final tras haber intentado antes tratamientos más conservadores. No debemos olvidar que es una cirugía que cambiará el sistema digestivo del paciente para siempre.

Aunque el componente estético juega un papel importante, el principal objetivo de la cirugía bariátrica es disminuir el peso corporal, para mejorar la calidad de vida y la supervivencia del paciente obeso. Pero no es adecuada para todo el mundo. Solo se indica en aquellas personas a las que la obesidad les causa problemas de salud y afecta considerablemente a su calidad de vida, con dificultades, por ejemplo, en la movilidad.

«La obesidad mata más que el cáncer», asegura Iván Domínguez, el coordinador de la nueva Unidad de Cirugía Bariátrica del Hospital San Rafael de A Coruña, y añade que estas intervenciones les permiten a los pacientes «vivir diez o veinte años más, y realizar actividades como caminar o atarse los zapatos».

Tipos de cirugía bariátrica

El Doctor Domínguez, que se ha formado a caballo entre Madrid, Galicia y Asturias, señala que «la cirugía bariátrica busca devolver el cuerpo humano a su estado basal, evitando la inflamación crónica, también conocida como obesidad, y recuperando el estado fisiológico ideal».

Existen dos clases de cirugía bariátrica: los procedimientos malabsortivos y los procedimientos restrictivos, aunque también pueden combinarse entre ellos en función de las circunstancias específicas de cada paciente.

Los métodos malabsortivos modifican el funcionamiento del aparato digestivo, redirigiendo el curso de los alimentos. Al no pasar por determinadas zonas, ya no se absorbe un número tan elevado de calorías y nutrientes. Aunque son técnicas más agresivas, su efectividad a largo plazo es mayor.

Los métodos restrictivos se limitan a reducir el tamaño del estómago, cuyo volumen normalmente oscila entre los dos y los tres litros. Esta disminución provoca que quepan menos alimentos en su interior, adelantando la sensación de saciedad, pues el estómago se llena con menos comida. Sin embargo, las funciones digestivas se mantienen intactas.

Bypass gástrico

El bypass gástrico es una técnica mixta, ya que combina la disminución de la capacidad estomacal con una mayor limitación para la absorción de los alimentos. En este método, el estómago se reduce al mínimo, creando una bolsa de 30 mililitros que se conecta de modo directo con el intestino. Al sobrepasar gran parte del estómago y estos dos metros de intestino delgado, la comida no circula por estas zonas, de manera que el cuerpo no asimila muchos de los nutrientes.

El procedimiento se lleva a cabo mediante la laparoscopia, una modalidad de cirugía mínimamente invasiva que logra una reducción considerable del dolor, del sangrado y del riesgo de infección. Además, las incisiones que se realizan son de menor tamaño, por lo que los resultados a nivel estético también son mejores.

Iván Domínguez, que ha operado a pacientes de toda España, señala que «aunque un bypass gástrico es reversible, tan solo se revierte en casos extremos como la desnutrición grave o una hipocalcemia maligna».

Gastrectomía tubular

La gastrectomía tubular o vertical, también conocida como manga gástrica, es un ejemplo de las técnicas restrictivas. En este caso, se reduce el tamaño del estómago a 100 mililitros mediante la extirpación de dos tercios del órgano. De esta forma, entran menos alimentos, la sensación de saciedad llega antes, y el aporte calórico es menor, por lo que se consigue una pérdida de peso gradual.

Este procedimiento, en el que se duerme al paciente con anestesia general, también se lleva a cabo mediante cirugía laparoscópica. El cirujano realiza una serie de secciones en el estómago, con un aparato cuyo funcionamiento se asemeja al de una grapadora. Al cortar y suturar al mismo tiempo, ambas partes quedan selladas.

El nuevo estómago tendrá forma de tubo, y la parte sobrante es extraída. A pesar de que la manga gástrica no es reversible, con el paso del tiempo, el músculo vuelve a dilatarse si el paciente no realiza la dieta indicada.

Para incrementar el porcentaje de éxito, los cirujanos extirpan la parte superior del estómago, denominada fundus. Esta área es una de las mayores responsables de la sensación de hambre, dado que es donde se genera la grelina, la hormona del apetito. Tras su extirpación, se reduce todavía más el hambre que experimenta el paciente en su vida diaria.

«Solo con quitar esa parte ya alteras el metabolismo basal, e incluso se puede curar la diabetes tipo dos en poco tiempo, en los casos de diabetes con reserva pancreática», apunta Iván Domínguez. El cirujano bariátrico del Hospital San Rafael añade que «a día de hoy, la gente prefiere la gastrectomía tubular al bypass, porque es menos agresiva, el tránsito intestinal sigue siendo el mismo y la cirugía es más breve».

No todas las personas obesas son aptas para entrar en quirófano y someterse a cirugía bariátrica

Un proceso muy largo para llegar a la cirugía bariátrica

La cirugía bariátrica es el último peldaño de una gran escalera en la que se asciende a base de fracasos. Cualquier persona que desee adelgazar debe probar primero a seguir una dieta estricta, bajo la supervisión de un equipo de nutricionistas. De hecho, para someterse a la cirugía bariátrica, los pacientes tienen que mostrar pruebas de que este método no les dio resultado.

Si la persona tampoco es capaz de bajar de peso siguiendo un plan de ejercicio personalizado, entran en juego los medicamentos y las técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico, el método POSE o la endomanga. Estos procedimientos son menos agresivos que la cirugía bariátrica, y pueden darles a los pacientes el impulso necesario para adelgazar. No obstante, puede producirse un efecto rebote una vez ha finalizado el tratamiento.

«Está demostrado que la cirugía bariátrica es la única cura para la obesidad a largo plazo. Solo el 10 % de las personas obesas adelgazan con dieta. Una vez se es obeso, es casi imposible adelgazar si no te operas», subraya Iván Domínguez.

El funcionamiento del propio cuerpo es el causante de este fenómeno. Una vez se superan los veinte kilos de grasa, esta actúa como si de un órgano independiente se tratara, y llega a generar resistencia a la insulina. Por tanto, para los casos más graves de obesidad, la cirugía bariátrica suele ser la única salida.

Requisitos para someterse a una operación de cirugía bariátrica

Es crucial tener presente que no todas las personas con sobrepeso son aptas para someterse a una cirugía bariátrica. Para poder atravesar las puertas del quirófano, se deben cumplir una serie de requisitos.

Para empezar, los pacientes con obesidad de grado uno, es decir, aquellos con un IMC superior a 30 e inferior a 35, solo podrán someterse a cirugía bariátrica si padecen una diabetes difícil de controlar.

Las personas con grado dos de obesidad, aquellas con un IMC de 35 a 40, solo son elegibles si sufren dos o más comorbilidades: las enfermedades asociadas al sobrepeso, como la hipertensión, la enfermedad del sueño, la diabetes, el hígado graso o las alteraciones motrices.

Cuando el IMC es mayor que 40, ya se considera obesidad mórbida, y la persona puede ser operada sin necesidad de que coexistan otras enfermedades. Y por encima de 50 se hallan los superobesos.

En este caso, el riesgo es muy elevado, tal y como señala Iván Domínguez: «Siempre les pides cierta pérdida preoperatoria capitaneada por un endocrino o un nutricionista antes de la cirugía. Si el paciente no hace dieta, la cirugía bariátrica no vale, y en un año puede volver a engordar de nuevo».

Esta pérdida se debe a que los estándares de riesgo en cirugía bariátrica son muy estrictos. En el pasado, la mortalidad podía llegar a un 5 %. A día de hoy, el riesgo de complicaciones quirúrgicas debe ser menor al 1 %, y la tasa de mortalidad no puede sobrepasar el 0,5 %.

Por eso es fundamental ponerse en manos de profesionales diestros con una amplia experiencia. Como señala el doctor Domínguez, «las complicaciones son peores incluso que en oncología, porque la reserva funcional es muy limitada». El cirujano añade que «es un error pensar que el paciente entra sano en quirófano, y algo se complicó. Está muy enfermo, y la operación puede generar muchas complicaciones, como un fallo cardíaco, problemas respiratorios, infecciones o heridas».

Por estas razones, se exige entre otros requisitos una exhaustiva valoración psiquiátrica que descarte patologías graves como la bulimia nerviosa o la psicopatía, que no tengan ninguna adicción y que su entorno familiar y social sea el adecuado para su bienestar.

Un trabajo en equipo entre los mejores expertos

Iván Domínguez hace hincapié en la gran cantidad de profesionales que son necesarios para llevar a cabo la cirugía bariátrica: «En el equipo de Obesidad nunca está solo el cirujano, que es el último escalón. Hay psicólogos, psiquiatras, endocrinos, anestesistas…».

El doctor también pone en valor la labor de la cirujana Isabel Vázquez Cajide, una de sus compañeras en el Hospital San Rafael, con quien trabaja de forma muy cercana llevando a cabo operaciones de cirugía bariátrica en A Coruña.

A fin de cuentas, cada pequeña tarea es fundamental para brindar un servicio de calidad al paciente y asegurar su bienestar. Un ejemplo evidente es la realización previa de gastroscopias, radiografías o analíticas, destinadas a comprobar que no existe una hernia de hiato o que ninguna lesión pasa inadvertida.

Gracias a esta colaboración tan estrecha, es posible reducir al mínimo el dolor postoperatorio, y el paciente puede retomar las actividades de su vida diaria a los pocos días. Y es que la gran mayoría ya suelen recibir el alta tras pasar dos o tres noches en el hospital.

La destreza de los cirujanos es clave para esta pronta recuperación. El doctor Domínguez es capaz de realizar un bypass gástrico en poco más de dos horas, y de finalizar una gastrectomía tubular en algo más de una hora. Y la introducción de las técnicas robóticas, como el robot Da Vinci XI, está llamada a potenciar todavía más la seguridad de las intervenciones, pues permite llevar a cabo la cirugía mínimamente invasiva con mucha precisión, y con una movilidad formidable.

De la mano, todos los especialistas del Hospital San Rafael ayudan a las personas a adelgazar y a reducir la morbimortalidad y la comorbilidad a largo plazo. Juntos, diseñan tratamientos personalizados que no solo les permiten a los pacientes alcanzar su peso ideal, sino que son clave para mejorar su estado de salud.