Asma alérgica: por qué se produce y cómo tratarla

El epitelio de los animales es uno de los desencadenantes más comunes del asma alérgica

Los broncodilatadores y los corticoides inhalados son algunos de los medicamentos más efectivos para aliviar los síntomas del asma alérgica

Cada vez hay más alergias. Según los datos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), ya afectan a uno de cada cuatro niños en España. En total, más de dos millones. Y cada año esta cifra se incrementa un 2 %. Pero estas afecciones no siempre vienen solas. En muchas ocasiones, estos pacientes también conviven con el asma alérgica.

¿A qué se debe este vínculo entre ambas patologías? Hay dos grandes motivos que explican el porqué de una relación tan estrecha: la predisposición genética y la respuesta del sistema inmunitario a ciertos desencadenantes.

«En las personas con asma alérgica, el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada ante sustancias inofensivas llamadas alérgenos, como el polen, el polvo, los ácaros o los pelos de animales. Esta reacción alérgica desencadena la inflamación de las vías respiratorias y los síntomas característicos del asma, como la dificultad para respirar y los pitidos en el pecho», indica Santiago Rodríguez-Segade Alonso, especialista en Neumología del Hospital San Rafael de A Coruña.

No es extraño que esta cercanía dé lugar a equivocaciones, como subraya el facultativo: «Uno de los falsos mitos del asma, habitual en la consulta, es que el paciente diga que no es asmático, que en realidad es alérgico. Esta confusión es debida a que la mayoría de los pacientes asmáticos sufre alergia».

Se trata, por tanto, de dos patologías completamente distintas. No todas las personas con asma tienen por qué padecer alergias, ni viceversa. De todas formas, sí es muy frecuente que se presenten ambas de modo conjunto y que, además, las propias alergias influyan significativamente en el manejo y el control del asma.

Qué es el asma alérgica

El asma es una patología crónica caracterizada por el estrechamiento de los bronquios y los bronquiolos, las vías respiratorias que conducen el aire hasta los pulmones. Esta inflamación reduce la cantidad de aire que penetra en el organismo, lo que puede provocar serios problemas respiratorios que, normalmente, vienen acompañados de sibilancias, tos u opresión en el pecho.

En función de la causa que provoca las crisis es posible diferenciar multitud de tipos de asma: asma ocupacional, asma estacional, asma inducida por ejercicio, asma no alérgica… Pero la más habitual es, indudablemente, el asma alérgica. Aquella que es desencadenada o se agrava debido a la exposición a alérgenos.

«Las diferencias entre el asma alérgica y el asma no alérgica pueden depender de varios factores, incluidos los desencadenantes y la respuesta individual del paciente. Por ejemplo, en el asma alérgica, los síntomas pueden ser más pronunciados durante ciertas épocas del año o en entornos específicos donde hay una mayor exposición a alérgenos, como el polen o los ácaros del polvo», aclara el doctor Rodríguez-Segade.

Los corticoides inhalados y los broncodilatadores son algunos de los medicamentos más populares para tratar el asma alérgica

Los alérgenos más frecuentes

Los alérgenos son, como hemos visto anteriormente, las sustancias que hacen reaccionar al sistema inmunitario y dan lugar a los síntomas de asma alérgica. La lista es muy extensa y, de hecho, no es inusual que los profesionales de la salud no sean capaces de identificar cuál es el alérgeno responsable de las crisis.

No obstante, muchas veces el asma alérgica se debe a uno de los cuatro alérgenos más habituales:

  • Polen: estos granos microscópicos son producidos por las plantas con semilla. Son una de las alergias más extendidas, y las personas que la sufren tienen a verse afectadas durante la temporada de polinización, que suele coincidir con la primavera.
  • Ácaros del polvo: estos pequeños organismos suelen encontrarse en el polvo de cualquier hogar, así como en los tejidos o los muebles. Por regla general, prefieren habitar en zonas templadas y húmedas. Evitar los lugares repletos de polvo y limpiar la casa con regularidad suele bastar para notar algo de mejoría.
  • Pelo de animales: las partículas de piel, saliva o caspa de mascota son otro de los alérgenos más comunes, especialmente cuando se trata de perros, gatos o roedores. La medida más eficaz para controlar el asma alérgica es reducir el contacto o la convivencia con estos animales, cuyo epitelio genera alergia a miles de personas.
  • Moho: otra de las causas de asma alérgica es el moho, que suele hallarse en zonas húmedas como los baños o los sótanos, así como en las áreas al aire libre.

Pero la lista de desencadenantes del asma alérgica continúa. Los insectos o los irritantes químicos, entre los que se encuentran el humo del tabaco o del cigarrillo electrónico, son otros de los causantes de las crisis. Además, es preciso tener presente que la mayoría de personas no reaccionan solo cuando se exponen ante un único alérgeno, sino que pueden verse afectadas por varios de ellos.

Existen, por otra parte, diferentes factores de riesgo que elevan las probabilidades de padecer asma, tal y como recuerda Santiago Rodríguez-Segade: «Factores relacionados con el huésped, como que se trate de un paciente con antecedentes de atopia, obesidad o rinitis. Otros factores pueden ser ambientales, como la exposición a diferentes alérgenos, el humo del tabaco e incluso la contaminación ambiental. Algunos de estos factores de riesgo pueden actuar como factor de riesgo de la aparición de asma y como factor desencadenante».

Cómo tratar el asma alérgica

Para controlar el asma y mejorar el bienestar resulta indispensable acudir a la consulta de un especialista, que diseñará un tratamiento personalizado a las características de cada paciente. Para ello, el equipo médico llevará a cabo una serie de pruebas como la espirometría, gracias a las cuales pueden medir su función pulmonar.

El asma alérgica conjuga dos enfermedades y, por consiguiente, su tratamiento está compuesto por dos vertientes: el tratamiento del asma y el tratamiento de la alergia.

«Tratar la alergia de manera efectiva es fundamental en estos pacientes para poder mejorar el control de su asma y reducir la frecuencia de sus exacerbaciones», asevera el doctor del Hospital San Rafael de A Coruña.

En esta línea, los profesionales de la salud suelen recetar antihistamínicos. Estos medicamentos bloquean la histamina, la sustancia química responsable de la aparición de las molestias, que es liberada por el sistema inmunitario durante la reacción alérgica. Asimismo, en función de los síntomas podría ser conveniente recurrir a los descongestionantes y, si el malestar es muy severo, a los corticosteroides.

¿Y qué hay del tratamiento del asma? A la hora de hacer frente al asma alérgica resulta esencial tener un enfoque global de la enfermedad. La medicación de control es la base del tratamiento. Generalmente, se combinan los corticoides inhalados con los broncodilatadores, excepto en los casos más leves, cuando tan solo suelen recetarse medicamentos de rescate como los broncodilatadores de acción rápida.

«El paciente debe entender la diferencia entre la medicación de control y la medicación de rescate. En este punto es muy relevante la educación y manejo del asma. Es fundamental que los pacientes y sus cuidadores comprendan la naturaleza de la enfermedad, reconozcan los desencadenantes y aprendan a utilizar los dispositivos de inhalación correctamente», sostiene el especialista en Neumología.

Ahora bien, ¿existe una cura para el asma alérgica? A día de hoy, la respuesta es negativa. Pero la investigación está haciendo grandes progresos que permiten comprender mejor esta enfermedad y alumbran esperanza sobre nuevas terapias.

De todos modos, como sintetiza el doctor Rodríguez-Segade, está demostrado que «con un tratamiento adecuado y un manejo cuidadoso, muchas personas pueden controlar con éxito sus síntomas y llevar una vida activa y saludable».